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martes, 17 de febrero de 2015

POEMAS DE CUANDO YO ERA CHIQUITILLO

Colaboración de José Martínez Ramírez
Entrega IV


                     XIV
¿Está durmiendo el campo?
¿Qué tal si le despertamos?
¿Qué razón de su estar
rompe el tallo y el rosal?

La Luna no refleja nada,
que brote desde el mundo
como la cortina de humo,
muerta o rodeada de esputo
que está matando el alba.

Hoy me he levantado temprano,
después he puesto el televisor,
y, bajo mi asombro, ha anunciado
un estúpido locutor…
¡Que se disuelve deprisa el ozono!

He desayunado corriendo
zumo de naranja y roquefort
y una voz me dice, desde lejos,
que se me ha pasado
desconectar el televisor.

En el trabajo todo es rutina,
prisa y aburrimiento… ¡Vaya follón!
Luchando contra la estima,
que encima se está fumando
el tabaco del jefe y su posición.

Si regreso tarde a casa,
porque me enredan los amigos,
la mujer me da la vara
porque quería estar conmigo…
¡No veas el problemón!

                      XV
Anoche llegué de un sueño
y, al verte amanecer,
íntenté dormir de nuevo
pero no logre volver.

Soñé en una cumbre
y en las rosas de Gracián
sumergidas en la nube
que esperara nuestro lar.

Soñé con máscaras de acero
del malo carnaval,
ya encendidas las velas
del verbo recordar.

Y soñando que soñé,
al verte amanecer
he de decir de nuevo…
¡Que siempre te querré!

                     XVI
Y no deja de llover
ácido y penumbra,
tras la oscuridad
Bordeando todo al caer.

Ven prendiendo fuego
a cada poro de mi piel,
mientras acabamos con todo
y la lluvia del revés.

                      XVII
Me dijo un duendecillo:
Mira, niño, en la vida nada existe,
aunque debe parecer que sí,
así soportarás mejor la existencia.

                      XVIII
Despejad la incógnita
que no hay nada mejor,
en la mente laboriosa,
que dejar de hablar
tras la última copa.

                      XIX
Un anuncio en la tele
es mucho frío en la piel.
Una luz apagada
Es nieve de anteayer.

Escucha esa música
derramada del cassette,
abrázame fuerte
y abandónate al placer.

De toda esa distancia
es tu cuerpo de ayer,
gélido el invierno,
porque te quise ayer.

                      XX
Es de nuevo Navidad,
José entre virutas
y la virgen en el hogar.

Vuelan las campanas del alba,
curiosos con las cejas juntas
y las manos llenas de agua.

Me alegra verte
dormido en tu cuna,
que como el junco se mece.

Donde siempre he soñado,
allí donde no pude ir,
de donde tú has regresado.


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