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miércoles, 18 de febrero de 2015

POEMAS DE CUANDO YO ERA CHIQUITILLO

Colaboración de José Martínez Ramírez
Entrega V


                    XXI
Se me está cayendo el pelo,
señal de que estoy viejo.

La fe en uno mismo
para después unirme a tu cuerpo.
El viaje de un vagabundo,
decirle que nada existe,
que todo es mío,
que nada es de nadie.
El egoísmo.

Se me está cayendo el pelo,
señal de que estoy viejo.

              XXII
A la Navidad le canto
y, de sobra sabrás,
que se vende alegría,
un año más.

¡Feliz Navidad, feliz Navidad!
Pero ven a cantar,
a reír y a jugar
que otro año se va
para ricos y pobres,
negros y blancos,
un año más.

Y seguimos con hambre
y guerras sin pan.

              XXIII
Cuando era un niño dibujaba,
como un juego, la vida al soñar.
Cuando llegaba Navidad,
en mi entorno de ausentes rosas
no lograba saborear.
Más tarde, como una nube extraña,
se disolvió en lágrimas de sal.
Después, como un torbellino,
llegó la pasión de amar.
La Luna, con su brillo raro,
ya no sabía casi caminar.

Llegó el tabaco y el alcohol
cuando aprendía a andar
y, con la vida entre los brazos,
pellizcándome el corazón.
Y, en vez de preguntarle
a sus ojos que no dormían,
me advirtieron con su risa
que la vida no era tan amable.
Por el sendero del olvido
mi vida volvió a recordar
pero la Luna con su brillo raro
ya no sabía casi inventar,
cuando soñaba siempre en vano
como un juego la vida al soñar.
Y el mundo seguía dando vueltas
y no acababa de llegar,
yo con los ojos muy fríos
y el alma que no paraba de rodar.
Y te das cuenta un día
que nadie llega a una edad
sin perder algún amigo
que se quiere de verdad.

              XXIV
Ya puedes venir si quieres
de donde nunca has regresado,
le dijo José al Niño,
meciéndolo con sus brazos.

Ya puedes venir si quieres
pero ven con todos tus santos,
que con tu mano no bastará
para bregar en este desaguisado.

¡Regresa pronto, volando!
¿No ves cómo estamos?

              XXV
Por la ruta del azar
viajo deprisa
prisionero de entusiasmos,
impúdico, sin misa pero…
No es fácil sin ti.

Y, cuando preocupado,
me cuelgo otra mentira
de horas fijas y rutina,
supongo que te cambiaré
por otra, cualquier día.

Te saludo en el espejo
de mi foto,
prohibido de recuerdo
y me vuelves a doler
profunda y heroica,
desde que no soy
íntegro de ti,
ni me siento viejo.



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