Colaboración de José Martínez Ramírez
Entrega IV
XIV
¿Está
durmiendo el campo?
¿Qué
tal si le despertamos?
¿Qué
razón de su estar
rompe
el tallo y el rosal?
La
Luna no refleja nada,
que
brote desde el mundo
como
la cortina de humo,
muerta
o rodeada de esputo
que
está matando el alba.
Hoy
me he levantado temprano,
después
he puesto el televisor,
y,
bajo mi asombro, ha anunciado
un
estúpido locutor…
¡Que
se disuelve deprisa el ozono!
He
desayunado corriendo
zumo
de naranja y roquefort
y
una voz me dice, desde lejos,
que
se me ha pasado
desconectar
el televisor.
En
el trabajo todo es rutina,
prisa
y aburrimiento… ¡Vaya follón!
Luchando
contra la estima,
que
encima se está fumando
el
tabaco del jefe y su posición.
Si
regreso tarde a casa,
porque
me enredan los amigos,
la
mujer me da la vara
porque
quería estar conmigo…
¡No
veas el problemón!
XV
Anoche
llegué de un sueño
y,
al verte amanecer,
íntenté
dormir de nuevo
pero
no logre volver.
Soñé
en una cumbre
y
en las rosas de Gracián
sumergidas
en la nube
que
esperara nuestro lar.
Soñé
con máscaras de acero
del
malo carnaval,
ya
encendidas las velas
del
verbo recordar.
Y
soñando que soñé,
al
verte amanecer
he
de decir de nuevo…
¡Que
siempre te querré!
XVI
Y
no deja de llover
ácido
y penumbra,
tras
la oscuridad
Bordeando
todo al caer.
Ven
prendiendo fuego
a
cada poro de mi piel,
mientras
acabamos con todo
y
la lluvia del revés.
XVII
Me
dijo un duendecillo:
Mira,
niño, en la vida nada existe,
aunque
debe parecer que sí,
así
soportarás mejor la existencia.
XVIII
Despejad
la incógnita
que
no hay nada mejor,
en
la mente laboriosa,
que
dejar de hablar
tras
la última copa.
XIX
Un
anuncio en la tele
es
mucho frío en la piel.
Una
luz apagada
Es
nieve de anteayer.
Escucha
esa música
derramada
del cassette,
abrázame
fuerte
y
abandónate al placer.
De
toda esa distancia
es
tu cuerpo de ayer,
gélido
el invierno,
porque
te quise ayer.
XX
Es
de nuevo Navidad,
José
entre virutas
y
la virgen en el hogar.
Vuelan
las campanas del alba,
curiosos
con las cejas juntas
y
las manos llenas de agua.
Me
alegra verte
dormido
en tu cuna,
que
como el junco se mece.
Donde
siempre he soñado,
allí
donde no pude ir,
de
donde tú has regresado.
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