jueves, 26 de febrero de 2015

MALVARROSA EN CARNAVAL

Colaboración de José Martínez Ramírez
A mi queridísimo y amado D. Enrique Moreno “Tericias”.
Quiero dejar constancia de que estos hechos que os voy a mostrar son pura invención y que cualquier semejanza con la realidad será pura casualidad.
Que el Señor nos tenga a todos en su santa gloria, si es capaz.

Fue en la playa de la Malvarrosa
donde, por causalidad, Enrique,
como una centella calva y fogosa
cayó ese Carnaval con su palique.

La noche, lejos de ser lluviosa,
invitaba a los jóvenes al fornique
pues ellas, guapas y garbosas,
querían blanquearnos el tabique.
Mas, cuando la mirada era vidriosa,
brindó por ellas y por quien fabrique
el ron que caía fresquito por su boca,
pensó el imberbe mirando su meñique.

¿Por qué no mi voz llama o convoca
a esa hembra y le digo que soy Quique?
Ignorante, no me ve, y mi voz se sofoca.
El caso es que le enroscó el aplique.

Y advirtió que el disfraz de la foca
ocultaba a una anciana, así, mi Enrique,
te recuerdo que gritaba como una loca.
Sí, bien, no quiero que te momifique.

Corría el lebrel una huida barroca,
mientras ella pedía que la damnifique.
Con el alma partida de lejos lo invoca.
Jamás volvió al lugar mi Enrique.

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