Colaboración de Paco Pérez
CAMILO JOSÉ
CELA,
supongo, debió ser un hombre muy prevenido pues quiso dejar claro a sus
familiares, antes de morir, que sus órganos tenían adjudicado destino después
de su fallecimiento.
Para
que no hubiera lugar a dudas hizo uso de la legalidad vigente y redactó su “Testamento vital”, el cual es también
conocido como “Documento de voluntades
anticipadas o instrucciones previa”.
Este
paso es dado por algunos ciudadanos para manifestar, con antelación, su
voluntad y así orientar a los familiares para que sepan lo que se debe de hacer
en el futuro y que se cumpla en el momento de que el firmante no sea capaz de
expresar su voluntad personalmente o no
esté consciente para poderlo comunicar de manera clara y correcta. Esta
decisión se toma sobre los cuidados y el tratamiento del cuerpo en los temas
relacionados con la salud o sobre el destino del cuerpo y los órganos una vez
que se haya producido el fallecimiento.
Para
que sea siempre efectivo, este documento deberá incorporarse al “Registro de instrucciones previas” correspondiente y a la “Historia clínica del paciente” así se
facilita el acceso a los profesionales médicos para que se pueda efectuar
su revocación o modificación.
Fue publicado en Blogs y divulgado por e-mail.
Su
DESEO: [Dono todos mis órganos, menos la boca y el culo.]
La donación de
mis órganos…
Quiero el día que yo muera
poder donar mis riñones,
mis ojos y mis pulmones.
Quiero el día que yo muera
poder donar mis riñones,
mis ojos y mis pulmones.
Que se los den a cualquiera.
Si hay un paciente que espera
por
lo que yo ofrezco aquí
espero que lo hagan así
para salvar una vida.
Si no puedo respirar,
que otro respire por mí.
espero que lo hagan así
para salvar una vida.
Si no puedo respirar,
que otro respire por mí.
Donaré mí
corazón
para
algún pecho cansado
que quiera ser restaurado
y entrar de nuevo en acción.
Hago firme donación
y que se cumpla confío
antes de sentirlo frío,
roto, podrido y maltrecho
que lata desde otro pecho
si ya no late en el mío.
que quiera ser restaurado
y entrar de nuevo en acción.
Hago firme donación
y que se cumpla confío
antes de sentirlo frío,
roto, podrido y maltrecho
que lata desde otro pecho
si ya no late en el mío.
La picha yo donaré,
que se la den a un caído
y levante poseído
el vigor que disfruté.
Pero pido que después
se la pongan a un jinete,
de los que les gusta brete…
Sería eso una gran cosa
yo descansando en la fosa
y mi picha dando fuerte.
Entre otras donaciones
me niego a donar la boca.
Pues hay algo que me choca
por poderosas razones.
Sé de quién en ocasiones
habla mucha bobería;
chupa lo que no debía
y prefiero que se pierda
antes que algún comemierda
mame con la boca mía.
El culo no donaré,
pues siempre existe un confuso
que pueda darle mal uso
al culo que yo doné.
Muchos años lo cuidé
lavándomelo a menudo.
Para que un cirujano boludo
en dicha trasplantación
se lo ponga a un maricón
y muerto me den por el culo.
CAMILO JOSÉ CELA
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