Colaboración de Paco Pérez
El
“Vía Crucis o Camino de la Cruz”, es una de las maneras más antiguas que tiene
el pueblo cristiano de expresar su devoción a la “Pasión de Cristo”.
Para
encontrar el origen de este acto religioso tenemos que remontarnos hasta los
primeros siglos y entonces nos encontraremos con los relatos que nos cuentan
como los peregrinos iban hasta Jerusalén, allí visitaban y veneraban los
lugares santos, especialmente el Gólgota y el Santo Sepulcro.
Cuentan
que, después de la muerte de Cristo, el mayor consuelo de su Madre era recorrer
los lugares de aquel sagrado camino que fue regado con la sangre de su Hijo.
En
esta leyenda pudiera estar el origen de este acto religioso porque como en
aquellos tiempos ir a Jerusalén era una empresa imposible para la mayoría de
los cristianos pues fue creciendo entre ellos el deseo de recordar en los
pueblos, cada vez con más frecuencia, aquel
acontecimiento con los distintos momentos
de la “Pasión”.
Esto
fervor popular hizo que la cristiandad adoptara diversas formas para
representar en el “Vía Crucis” aquellos
hechos, en él recorrían las calles del
pueblo donde vivían y, salvando la distancia que los separaba del hecho real en
el tiempo y el espacio, dándole el sentido de una peregrinación espiritual.
La
Iglesia estableció, con el paso de
los años, QUINCE estaciones y en 1991, Juan Pablo II las modificó. Considero
que este nuevo formato estuvo más acertado porque estaba más ajustado a la
realidad del relato bíblico.
No
hay un modelo único para tal acto, aunque es costumbre leer en él un texto, rezar
determinadas oraciones y cantar
canciones. También puede hacerse meditando mentalmente lo que propone cada
estación.
Recuerdo
que, cuando tenía muy pocos años, el “Viernes
de Dolores” era un día grande en nuestro pueblo pues el “Vía Crucis” hacía que casi todo el vecindario
acudiera a la ermita para acompañar a la imagen del Santísimo Cristo de la Salud en su recorrido nocturno por las
calles de nuestro pueblo.
El
formato de aquellos años era como el de este año, un itinerario y unos balcones
distribuidos en él. Entonces venían varios sacerdotes para acompañar al párroco
en las reflexiones que hacían sobre el contenido de cada “Estación”. Este año los textos y las reflexiones han sido
preparados y comentados por un equipo de personas del “Consejo Pastoral”. También han participado, transportando la cruz y
el equipo de megafonía, los jóvenes del grupo de catequesis Kairós.
Antiguamente
se iniciaba en la ermita y acababa en el templo parroquial y este año se inició
y acabó en el templo.
No pude estar en el inicio y me incorporé en la "III Estación":
Los
recuerdos del pasado me hicieron meditar bastante porque antes había una
presencia masificada y el pasado viernes no fue así… ¿Es que antes había más
sentido cristiano que ahora? ¿Es que antes se asistía porque no teníamos donde
entretenernos y ahora sí?
Esta
es la realidad que tenemos y hay que aceptar que el agua no se puede llevar
hacia arriba… ¿Cuántos años hace que no
se había organizado por la parroquia este acto?
Pues
se recoge de lo que se siembra. Mientras los templos se llenaban no hubo muchas
preocupaciones en los responsables por darle sentido a los actos y ahora,
cuando se vacían, se ve, desde mi ventana, que es porque la siembra fue
inadecuada.
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