Colaboración de Paco Pérez
Las
pruebas que sufrimos de distinta índole y que buscan desestabilizar en las
personas su integridad física y emocional.
Si
nos abandonamos a los estragos de ellas es porque perdemos la conciencia del
BIEN, dejamos de practicarlo por comodidad y así permitimos que el mal entre en
nuestro interior. Cuando esto ocurre nos alejamos de Dios y, de manera
inconsciente, abonamos el campo para que florezca en nosotros el MAL.
Debemos
tener presente que Dios no se olvida
de quienes le aman y cumplen sus normas, Noé
es un ejemplo de hombre religioso y justo. Dios, por ello, lo salvó y le
prometió que nunca más las aguas destruirían la vida en el planeta y de ahí el
pacto que hizo con él, el arco iris es la señal.
Ante
los problemas de fe que siempre azotan al hombre, también los tenían las
primitivas comunidades cristianas, San
Pedro les habla de que, a veces, el incomprendido sufrimiento y la muerte
de un inocente son necesarios para la salvación de otros… ¡¡¡Jesús muere en la cruz para la salvación de
los demás hombres!!!
En
todas las culturas han existido estas experiencias esclarecedoras de ideas y
principios. Consisten en que la persona se aleja del mundo que lo rodea a
diario para vivir en aislamiento una experiencia de transformación personal en la
que quien lo hace pasará por vivencias que le pondrán en peligro su vida física
o espiritual pero que, con esfuerzo y convencimiento, podrá superar.
Las
“tentaciones de Jesús” son una
muestra de lo que es el “Rito o
experiencia de paso”.
Durante
ellas Jesús padeció pruebas de hambre, de vanidad, de poder… Estuvo asistido
por el Espíritu Santo y, cuando las superó, regresó a la civilización y comenzó
el reto de su “Vida pública” porque
ya estaba preparado para abordar otros retos diferentes a los que había vivido
hasta entonces.
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