PEREJILES Y BERENJENAS
Capítulo II
Era
una tarde de primavera, el tiempo era espléndido y Juana “La Filomena” salió a la calle con su silla baja, buscó una
zona de sombra, la acomodó, se sentó y comenzó con su labor de costura
habitual, ese día tocaba zurcir los zancajos de los calcetines.
Unos
minutos después salió de casa una nieta, se acercó hasta donde ella estaba y le
dijo:
-
Mama Juaaana… ¿Por qué no me compras
tela para hacerme un vestido?
-
Si tú estás apañááá… ¿No tienes pa tooos
los días y pa tooos los domingos? – le contestó Juana.
-
Sí, es verdad, pero he visto esta mañana a mi amiga Mariquilla que iba estrenando otro vestido nuevo y por eso va
siempre tan bonica, su mama le compra muchos vestidos – lloriqueó la nieta.
Juana abandonó sus
buenas formas anteriores y le respondió un poco cabreada:
-
Niña mía, escucha bien lo que te voy a decir: [Por muchos “perejiles” que nos pongamos nunca dejaremos de ser unas
berenjenas… ¡¡¡Y de las panzonas!!!].
La
nieta, como no comprendía el mensaje que le dio la abuela, manifestó en su
rostro unos claros gestos de sorpresa y le preguntó:
-
Mama Juaaaana… ¿Eso qué quiere decir?
La
abuela, que era muy vieja y conocía a todas las personas del pueblo, con sus
luces y sus sombras, se vio sorprendida por la pregunta de la niña y trató de
seguir sin decir lo que pensaba de la amiga de su nieta y de la familia. Para
conseguirlo optó por darle una respuesta seca y más retorcida que la anterior:
-
¡¡¡Eso, quiere decir… eso. Y no
preguntes más!!!
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