Colaboración de Loli Elvira Robles
Esta
publicación es una carta de agradecimiento a una persona que es muy especial
para mí. Es una amiga que ejerce como docente y que, en el desarrollo de su trabajo,
cada día se muestra tan madura y coherente en su mundo profesional y personal que
impregna con ambas cualidades a quienes se relacionan con ella, entre ellas me
encuentro. Por esa razón tengo mucho que agradecerle y, para hacérselo patente,
se me ocurrió la gran idea de sorprenderla de esta forma desde “Villargordo nos reúne”.
Aunque
no es del pueblo sí tiene vínculos con él, así que espero estar a la altura de
las circunstancias.
He
elegido “Villargordo nos reúne” para
hacérsela llegar porque es un rincón de encuentro para los lugareños y porque puede
ser el enclave idóneo para hacer de él una ventana que, al estar abierta a
todos, permita divulgar los sentimientos de los padres y madres, los cuales
sentimos la necesidad de agradecer a nuestros maestros y maestras su labor con
nuestras criaturas. Lo hago de esta manera, un tanto peculiar, para reconocerles
su buena labor, su trabajo y su dedicación vocacional y comprometida hasta la
saciedad.
Por
tanto, para darle a la historia un cierto aire de discreción, me dirijo a una
docente cuyo nombre supuesto podría ser María.
Hace
tres años, convocó una reunión para hacer una protocolaria presentación con
motivo del comienzo de curso y ciclo.
Más
tarde, cuando comenzó el curso, allí estábamos nosotros con aquel miedo que da
dejar por primera vez a nuestros hijos pequeños durante un largo día en manos,
hasta entonces, de personas desconocidas.
El
tiempo pasó y todo marchó sobre ruedas. Así mismo, entre pitos y flautas, María supo transformar el miedo en
osadía, la timidez en audacia y la incertidumbre en decisión. Un trabajo duro
porque no olvidemos que hablamos de criaturas que no llegan al metro de altura…
¡Bravo por María!
Me
manifiesto así porque has sabido desarrollar tu labor exitosamente, superando
con decisión esos baches que a menudo pueden aparecer en el complejo mundo de
la enseñanza.
Sin
más, me despido aplaudiéndote, admirándote y deseándote, que la vida te sonría
aún más y que allá por donde fueres la felicidad te siguiere.
Atentamente,
tu fiel amiga.
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