Colaboración de Paco Pérez
En la Biblia
está el camino que hay seguir, en ella tenemos una visión amplia sobre el
porqué de los acontecimientos… ¡¡¡Pues
no queremos aceptarlo los cristianos!!!
Hoy, de nuevo aparece Jesús en su continuo viajar de una aldea a otra para evangelizar, lo
acompañaban sus discípulos y el vecindario que acudía hasta Él al enterarse de su presencia. Estos
últimos lo hacían atraídos por lo que les enseñaba y por los hechos prodigiosos
que hacía, eran gentes sencillas. En esta ocasión se juntaron tantas personas a
su alrededor que se compadeció de ellos a la hora de comer porque no lo habían
hecho y pidió ayuda para alimentarlos, para ello partió de unos alimentos mínimos
y operó un milagro portentoso.
Si miramos más al pasado de este milagro
encontraremos unas acciones similares y entonces aprenderemos de ellas que estuvieron
impulsadas por la preocupación de no fallar en lo que Dios no prioriza o, tal vez, no desea.
El hombre siempre ha hecho sacrificios para
agradecer a Dios algo que ya había recibido o para que se lo concediera después,
éstos siempre estuvieron y están presentes en el culto del pueblo al Señor, antes de Jesús había un formato y después hay otro.
Hoy se nos recuerda uno de esos actos y cómo
Eliseo les enseñó que, en ese momento, para Dios la
prioridad era no hacer la ofrenda y sí dársela a los hambrientos del lugar. Fue
la anterior multiplicación de los panes, ocurrió en tiempos del AT y, cómo hizo
Jesús muchos años después, se partió
de unos pocos para dar de comer a muchos. En ambos hechos queda patente el poder de Dios y el amor hacía el prójimo.
El primer milagro ocurre en un contexto histórico:
Iban a celebrar la fiesta de Pascua y ésta ya no tenía el mismo valor del
pasado, había perdido gran parte de él por culpa de un sistema religioso que adoraba “con
la boca” al Dios liberador pero en
la práctica era “un instrumento de
opresión y de esclavitud” contra el pueblo, éste se sentían extraviado y
vagaba desamparado y sin rumbo.
Si nos fijamos en el pasado histórico de la fiesta
de Pascua comprenderemos porqué
ordenó Dios no entregar la ofrenda
al culto y dársela al pueblo hambriento.
En tiempos de Jesús la problemática era la
misma y Él respondió con la misma preocupación del pasado, dar
respuesta al hambre del hombre… ¿Hemos alcanzado en nuestros días la superación
de ese problema o seguimos desvirtuando el verdadero sentido en las
celebraciones litúrgicas de las fiestas?
Mi opinión es que seguimos adormecidos con el cumplimiento
del ritual pero… ¿Qué hacemos realmente con el hambre del prójimo?
Según San Pablo, ser cristiano es una vocación
integrada en una misma unidad, ésta tiene unas características que nos hacen creer en un solo Dios, practicar el mismo culto y recibir la fe, un solo bautismo… También nos empuja a mantener
un comportamiento acorde con la enseñanza que hemos recibido: humildad,
amabilidad, paciencia, aguante y trabajar para conservar la unidad mediante la
paz.
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