Colaboración de Antonio López Mateos
Capítulo I
VILLATORRES es un
municipio “vivo” en el que, a pesar
de la preponderancia del monocultivo del olivar y de su alto nivel de paro agrícola,
existe un alto índice de niños en su población, así como estudiantes y jóvenes,
entendiendo estos hasta los 45 años.
En
nuestros pueblos, al menos en Villargordo,
no está habiendo problemas en el relevo generacional de la actividad agrícola,
sino que los hijos suceden a los padres y aquellos tienen la agricultura como
actividad principal, habiéndose detenido el proceso de años atrás en los que la
agricultura era la 2ª actividad.
Aunque
todavía persiste en muchos casos se ha ralentizado la emigración de nuestros
vecinos a la capital por el hecho de tener mayores oportunidades, mayores
servicios y menos costes de transporte en el estudio de sus hijos. Un proceso
contrario al de hace unos años se ha producido cuando han venido de fuera
algunas familias para fijar su residencia en nuestros pueblos porque, aunque
tienen su actividad laboral fuera y el estudio de sus hijos también, se
desplazan desde aquí usando el transporte público o privado dada la cercanía a
la capital o a los pueblos donde ejercen sus actividades.
Se
comprueba que la población no está decreciendo sino que crece, aunque sea poco,
con la ayuda de la inmigración y con el asentamiento de personas vinculadas a
nuestros pueblos por el casamiento o emparejamiento de los hijos con personas
de otros lugares. También han contribuido a ello bastante quienes vienen por
razones de trabajo y se quedan ya para siempre.
Y
todo ello, sin promoción adecuada y
sin circunstancias especiales que,
por sí mismas, ayuden a difundir nuestro Municipio
más allá de nuestros límites geográficos. Por ejemplo: Su fácil acceso, mucha construcción
que dé una oferta “barata” en la
vivienda u oportunidades laborales
especiales.
Pues
a pesar de ello digo: [La población aumenta y la venida de “gente foránea” es un goteo que no cesa.].
¿Por qué nos está ocurriendo esto?
En
mi opinión, VILLATORRES y de manera
especial VILLARGORDO, que es el
núcleo urbano que más conozco y donde he vivido siempre, tiene “sabor a pueblo” porque se vive todavía con
ciertas costumbres de cómo se vivía hace cientos de años
pero
también porque al mismo tiempo tiene servicios y formas de vida “modernas”.
Esta particularidad se debe a que ha sabido
mantener un equilibrio entre el
progreso y las nuevas formas de vida de los españoles, así es como se han
podido conservar las costumbres
antiguas, todo ello sin que los “políticos”
hayan metido la mano demasiado en cambiarlas, es decir, por lo de aquella falta
de promoción. Me explico.
En
las puertas de las casas de Villargordo todavía se sientan las mujeres a coser, los vecinos toman el fresco o se reúnen en tertulias matinales o en otras que alargan la noche.
Aquí
todo el mundo se conoce y se saluda, todavía se hacen “corrillos” de hombres y mujeres en un banco o una esquina y allí permanecen
hablando, a veces, durante largas horas.
La
gente camina por mitad de la calle
sin importarle si un coche se avecina, los peatones tienen prioridad. No hay
nada lejos, a todos sitios se puede ir andando, no hay que quedar para verse,
sino que sales y te encuentras con
alguien, etc, etc. Lo que os decía, “sabor
a pueblo”.
Pero
al mismo tiempo, existe un movimiento
adolescente/juvenil que provoca una actividad deportiva alta, facilitado
por unas instalaciones adecuadas y un movimiento
ocio/cultural que puede satisfacer cualquier aspiración: botellón,
discoteca, pub, restaurantes, mesones, bares, conciertos, actuaciones, moteros,
tenis, pádel, fútbol, senderismo, piscina, escuela de verano, biblioteca,
centro juvenil, asociaciones musicales y deportivas, petanca, cofradías,
Parroquia, partidas de dominó/cartas/ajedrez,
etc. etc.
Quienes
no encuentren aquí una actividad adecuada a ellos para mantenerse ocupados, entretenidos
o sentirse realizados es que tienen un problema de comunicación con las
personas.
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