Colaboración de Antonio López Mateos
Capítulo II
Para
“ser únicos” hay que ofrecer algo
especial y, además, tendríamos que empezar por implicar a todo el pueblo y cada
uno lo trabajaría en la parcela de responsabilidad que le correspondiera.
Bien,
pues dicho esto, de lo que se trata ahora es de “vender” esta forma de ser, esta forma de vivir, este “sabor a pueblo” y, además…
Hay
personas que viven en las grandes ciudades pero tienen añoranza de su juventud
o de su niñez porque un día vivieron en un pueblo y, después de los años
transcurridos, ya han olvidado las vivencias porque han perdido el contacto con
su pueblo pero, como les atrae poco el turismo rural debido a que les hace
estar demasiado aislados de su mundo, les debemos mostrar nuestra cara positiva
para que les apetezca más vivir en un pueblo de las peculiaridades descritas y
que les permita levantarse tarde, desayunar churros en una terraza, comprar el
periódico y hojearlo en un parque, tomarse una cerveza con amigos o conocidos,
almorzar, dormir una siesta y jugar después la partida.
También
se podrían diseñar circuitos rústicos que incitaran a dar un paseo matinal o
vespertino por nuestros parajes, regresar y, una vez duchados, volver a salir para
pasear, hacer la liguera de mediodía o la noche y, si apetece y “cae”, alargarla
con la tertulia del fútbol, la política o las conversaciones más variadas que
nos podamos imaginar y ya, una vez vencidos, irse a descansar para que de
madrugada los despierte el canto de un gallo, el ladrido de un perro, el portón
del vecino que se va a trabajar de madrugada o el llanto del niño de la vecina
de al lado que se ha desvelado con tanto ruido pero que una vez pasado este rato
de las 6 a las 7 de la mañana vuelve otra vez el silencio, sólo interrumpido
por algún que otro coche o una moto de alguien que se va o que vuelve, nadie lo
sabe, y vuelta a empezar con el desayuno, el periódico, el paseo, la cerveza, el
almuerzo, la siesta…
Este
es el “sabor a pueblo”, tal vez sea un
sabor aburrido para quienes no lo han paladeado pero afirmo que penetra en la forma de ser de las personas y que produce una calma interior que se echa
de menos cuando se vive en una capital o ciudad más grande. Produce estas
sensaciones porque pierdes el hábito de conducir, se te olvida el reloj y eres
más impuntual, recuperas los hábitos perdidos cuando logras pasar de las prisas
y, de nuevo, compruebas que no tienes estrés.
Pero
no es sólo eso, además, en nuestro pueblo tenemos valores desconocidos que
nunca hemos ofertado en paquetes
como hacen ciertas ciudades con el teatro, el cine, los museos, la gastronomía…
En nuestros pueblos podemos tener en el corral
un huerto, animales (gallinas, gallos, conejos, cerdos, pollos, etc) y, en el corralón, algunos tienen cabras, ovejas,
caballos, mulos y burros o encontrarlas caminando en nuestros alrededores.
Estas
especies animales, para verlas en la ciudad, hay que ir a los zoos expresamente
y aquí, por habituales, no le damos importancia.
¿Qué otros tesoros tenemos en los pueblos de
nuestro Municipio y que no sabemos valorar?
Tenemos
un mar de olivos que sólo es admirado
por los extranjeros y por los nacionales que viven “lejos” de aquí.
Una
climatología que para sí ya quisieran
los gallegos, asturianos, cántabros y vascos; igual que a nosotros nos gusta la
suya. Pero, entonces tendríamos que preguntarnos… ¿Por qué nosotros sí organizamos viajes a Galicia, Asturias, Cantabria y
País Vasco sólo para ver sus paisajes y disfrutar con su climatología o gastronomía
y, por el contrario, ellos no lo hacen para ver nuestros olivos, disfrutar de
nuestro sol (no de playa) y comer nuestros guisos y productos típicos? ¿No será porque nunca les hemos ofrecido nuestras
bondades debido a que no supimos valorar que nuestra oferta podía ser interesante
para ellos?
¿Cuántos de
los vecinos de las comunidades antes mencionadas conocen una ALMAZARA por
dentro?
Como
conozco esta realidad muy bien y paso algunas horas al día en contacto con ella
pues he meditado muchas veces sobre lo que tenemos y que todavía no hemos
sabido vender bien al exterior. Por eso, repetidas veces, me he preguntado… ¿Les gustaría a los foráneos conocerlas?
Supongamos
que cuaja bien esta idea… ¿Y si a la
visita, además, le unimos un “desayuno almazarero” consistente en unas migas
mañaneras o unas tostadas “empapadas” en aceite recién molturado y aderezadas
con chorizo y morcilla caseros? ¿Lo habrán probado alguna vez? ¿Qué beneficios
podrían derivarse para nuestros productos?
Nunca
nos hemos preguntado si los gallegos, asturianos, cántabros o vascos conocen
una “almazara”; algo lógico porque
viven muy lejos de Villargordo pero tal vez nos lleváramos una sorpresa muy grande
cuando comprobáramos que muchos vecinos nuestros no la conocen y que les gusta
cuando lo hacen.
Puedo
dar fe de lo afirmado anteriormente porque ha pasado recientemente. Ocurrió en
una jornada del “Curso de Cocina”
celebrado en la Cooperativa “San Juan”. Un
día ofrecimos enseñar las instalaciones a los participantes y resultó que casi
todos desconocían cómo era una fábrica de aceite por dentro y que nunca habían
estado en una de ellas.
¿Se puede complementar esta propuesta?
Por
supuesto que sí pero tampoco se trata de agobiar con una relación de
actividades que cansen sino de despertarles el interés por la forma tranquila y
sosegada que tenemos de vivir en nuestro pueblo rural. Lo más importante será
que sepamos hacerles vivir una experiencia en la que se lleven la sensación de que
durante los día que vivieron con nosotros el tiempo no pasó deprisa, algo que
es muy valorado por las personas estresadas y acostumbradas a correr cada
minuto de su vida diaria en la gran ciudad.
Mi
propuesta sería: [Confeccionar un
vídeo de lo que sería una visita de éstas y en el cual se muestre todo lo
expuesto, desde el amanecer con el canto del gallo y el ladrido del perro,
hasta la partida de cartas o dominó en la siesta y la larga tertulia en la
puerta de la calle de unos vecinos o en la terraza de un restaurante con un
debate sobre el partido jugado por la tarde en el campo de fútbol. En
definitiva, vender nuestra forma de vida tranquila y sosegada, que es lo que
ellos no tienen… “pueblo con sabor a
pueblo”.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario