Colaboración de D. Ramiro Aguilera Vaquero
EL ORIGEN DE LA VIDA
Nuestra
vida comienza con una sola célula. La primera célula se divide para convertirse
en dos, estas dos se dividen en cuatro y así sucesivamente. Después de 42 duplicaciones,
tenemos 10.000 billones de células en el
cuerpo y estamos listos para aflorar como un ser humano. Cada una de estas
células sabe perfectamente qué es lo que tiene que hacer para preservarte y
nutrirte desde la concepción hasta nuestro último aliento. Cada una de esas
células lleva una copia del código genético completo (el manual de
instrucciones de nuestro cuerpo), por lo que sabe hacer no sólo su trabajo sino
también todos los demás trabajos del cuerpo. Hace todo eso y además, reproducirse.
Una
célula humana tiene como media una anchura de 29 micras (dos centésimas de
milímetro), por lo que es demasiado pequeña para que pueda verse, pero lo
bastante espaciosa para albergar miles de complicadas estructuras como las
mitocóndrias y millones y millones de moléculas.
La
mayoría de las células vivas raras veces duran más de un mes, pero hay
excepciones. Las del hígado pueden sobrevivir años y las neuronas duran toda la vida. Al nacer hay unos
100.000 millones de neuronas, habiéndose calculado que se pierden 500 cada
hora. En cambio, los componentes de las células hepáticas y de las neuronas se
renuevan cada pocos días, por lo que es probable que ninguno de sus componentes
tenga más de un mes de vida.
En
cada célula hay un mínimo de 100 millones de moléculas de proteínas y cada una
realiza una o varias funciones. Para mantener esas células bien oxigenadas, el
corazón ha de bombear 343 litros de sangre por hora, unos 8.000 litros al día,
3 millones de litros al año (lo suficiente para llenar cuatro piscinas
olímpicas). Todo ello es en reposo. Durante el ejercicio puede llegar a ser
hasta seis veces más. La comida y el oxígeno son absorbidos por las
mitocóndrias y transformados en electricidad. Las mitocóndrias actúan como
centrales eléctricas y suele haber unas mil por célula.
Dentro
de cada célula de nuestro organismo hay un núcleo y dentro del núcleo están los
46 cromosomas que son hacecillos de ADN, de los que 23 proceden de tu madre y
23 de tu padre. Casi todas las células de tu cuerpo llevan la misma dotación de
cromosomas, excepto algunas como son los hematíes de la sangre, algunas del
sistema inmune y las células del óvulo y del esperma, que, por diversas
razones, no portan el bagaje genético completo.
Los
cromosomas están formados por largas hebras de esa maravilla química llamada ácido desoxirribonucléico o ADN, al que se ha calificado como “la molécula más extraordinaria de la Tierra”.
Sólo existe para crear más ADN y hay casi dos metros de él, apretujado dentro
de cada célula. Si se juntara todo tu ADN en una sola fina hebra, habría
suficiente para estirarlo desde la Tierra hasta la Luna y volver, hasta tres
veces. Unos 20 millones de kilómetros de ADN.
Esas
cadenas de ADN en forma de hélice están formadas por cuatro componentes
químicos que son los aminoácidos:
adenina, guanina, citosina y tiamina. Los genes
constituyen y forman parte de los cromosomas, y no son nada más que
instrucciones para que cada célula fabrique determinadas proteínas, siempre las
mismas. Igual que las teclas de un piano que cada una da sólo una nota, pero si
las combinas bien, puedes crear melodías de infinita variedad. Por ello, todos
los genes que forman el genoma humano, crean la gran sinfonía de la existencia. Esos
cuatro aminoácidos sólo pueden combinarse de dos modos: la guanina siempre está
emparejada con la citosina y la tiamina con la adenina.
El
60% de los genes humanos son iguales a los de las moscas de la fruta. El 90% son
iguales a los de los ratones. Los humanos tenemos aproximadamente entre 35.000
y 40.000 genes, casi el mismo número que tiene la hierba. Un gusano tiene
18.000 y una mosca, 13.000. Los humanos nos diferenciamos unos de otros en ADN,
en un 0’2% y con un mono, en un 2%.
Nosotros
tenemos 46 cromosomas, algunos helechos tienen más de 600, el pez pulmonado
(uno de los animales menos evolucionados) tiene 40 veces más ADN que nosotros.
El
ADN es el principal componente
genético de la célula y se encuentra en el núcleo, en forma de cadenas de
cromatina. Cuando la célula entra en fase de división esas cadenas se
empaquetan y se duplican formando los cromosomas. Por tanto, los cromosomas son
estructuras altamente organizadas que se forman solo cuando la célula entra en
fase de división y están constituidos por ADN y proteínas que contienen la
mayor parte de la información genética de cada individuo, ya que el ADN es el
material que contiene los genes. Los cromosomas solo son visibles durante la
división celular.
Cada
célula de nuestro cuerpo contiene 23 pares de cromosomas (46 en total), de los
que la mitad provienen de la madre y la otra mitad, del padre. Los genes se
localizan en los cromosomas y constituyen las unidades de herencia molecular.
Son los responsables de la transmisión de los caracteres de una generación a la siguiente. Los
genes son segmentos de ADN que ordenan al organismo como producir proteínas
específicas. En cada célula hay aproximadamente 30.000 genes que constituyen el
material hereditario, lo que se denomina genotipo. Los cromosomas contienen
copias pares de cada gen y el gen ocupa la misma posición en cada cromosoma.
La
información genética contenida en los genes y en el ADN se transmite del núcleo
celular al ribosoma a través del ácido
ribonucléico (ARN), del que
existen tres tipos, tanto en su estructura como en su función y se sintetizan
sobre una hebra de ADN. Uno es el ARN
mensajero (ARNm), cuya función
es la de transportar la información genética del núcleo a los ribosomas,
determinando el orden de los aminoácidos que debe tener la nueva proteína. Otro
es el ARN de transferencia (ARNt) que se encarga de llevar los
aminoácidos necesarios para crear la proteína codificada por el ARNm. El
tercero es el ARN ribosomal (ARNr) que se encarga de hacer las
proteínas que forman parte de los ribosomas.
Por
tanto, el ARN es como un mensaje escrito en lenguaje ADN que debe traducirse en
síntesis de proteínas.
Los
rasgos genéticos como el color de
los ojos pueden ser dominantes o recesivos. Los rasgos dominantes son
controlados por un gen en el par de cromosomas. Los rasgos recesivos requieren
que ambos genes trabajen juntos. Otras características como la estatura, son
determinadas por más de un gen. Algunas enfermedades son ocasionadas por un
cambio de un solo gen.
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