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martes, 23 de febrero de 2016

PREGÓN DE LAS FIESTAS DE SANTIAGO 1994

Colaboración de Antonio Cañas Calles
Capítulo I
Leído la noche del 24 de julio en el recinto municipal de las fiestas en honor del Cristo de la Salud, Patrono de Villargordo (Jaén), después de su bajada desde la Ermita a la Iglesia Parroquial, siendo alcalde José Gómez Marfil, que hizo la presentación.

                     SALUDO
Queridos amigos todos:
perdonad mi atrevimiento.
Pretendo que el pregón sea
leído en romance viejo,
a la más antigua usanza,
como se hacía en otros tiempos.
Como estamos en familia
y confío en vuestro afecto,
como me siento en mi casa
y entre la gente que quiero,
os aseguro que lo hago
sin ningún temor ni miedo,
confiado en que disculpéis
mi osadía de pregonero,
pues, si no de fina pluma,
poeta al menos me siento,
poeta de brocha gorda
con tintes de romancero,
que comparte con vosotros
un precioso sentimiento,
aquel que aquí nos reúne:
el amor a nuestro pueblo,
el apego a sus costumbres
y el cariño hacia lo nuestro.
Quiero hablaros esta noche,
noche de fiesta y contento,
con humor y desenfado,
pero veraz y sincero,
algunas cosas en broma
y muchas cosas en serio,
con el corazón alegre
¡pues son fiestas, que no entierro!,
y si alguno me replica,
alardeando de ingenio,
que celebramos las fiestas
en honor de Cristo muerto,
he de contestarle yo,
sin dudarlo ni un momento,
que es un Cristo de Salud
que vive en el Sacramento,
al que nosotros llevamos
con fervor en nuestro pecho.
No quiero que nadie vierta
lágrimas por los recuerdos
de las personas queridas
que otras fiestas compartieron
con nosotros buenos ratos,
gozos y divertimientos,
pues seguro que han de ser
sus gozos más que los nuestros.
Que todo el mundo se sienta
feliz, alegre y contento;
que en estos días rebosen
gracia, simpatía e ingenio,
que a Cristo ya hemos bajado
y las fiestas, no olvidemos,
son porque está con nosotros
y Él felices quiere vernos.
AGRADECIMIENTO
Gracias doy por el honor
de haberme hecho pregonero
el día más grande del año
en la vida de mi pueblo.
Pregonero por un día
me nombró el ayuntamiento,
pregonero que en voz alta
proclame a los cuatro vientos
las cosas de Villargordo,
presentes o en el recuerdo,
que logren que nos sintamos
orgullosos, satisfechos,
felices en estos días
todos los villargordeños,
sean jóvenes o mayores,
ya sean niños o sean viejos;
y los que vengan de fuera
también se sientan contentos,
que de siempre Villargordo
tiene tan grande su pecho
que cobija como suyos
a propios y a forasteros.

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