Colaboración de Antonio Cañas Calles
Capítulo IV
A VILLARGORDO Y SUS GENTES
Queridos
amigos míos,
pasamos
a otro terreno,
y
aunque os parezca mentira
o
creáis que loco me he vuelto,
o
que el calor del verano
me
ha derretido los sesos,
os
diré sinceramente
lo
que en estos días observo:
con
tanta gente de fuera,
con
tantos villargordeños,
parece
que Villargordo
es
bastante más pequeño;
no
penséis que es que deliro,
lo
explicaré en un momento.
Al
pueblo de mis amores
no
solamente lo veo
como
el recinto de casas
que
entre tres o cuatro cerros,
por
la hondonada que forman
cada
vez se va extendiendo
más
próspero y más hermoso,
mucho
más grande y más bello.
Para
mí, amigos míos,
eso
sólo no es mi pueblo.
Mi
pueblo también lo son
los
paisanos que por cientos,
o
por miles, por el mundo
a
su pueblo llevan dentro.
Son
muchos guardias civiles,
soldados
en regimientos,
numerosos
policías,
que
todos cumplen con celo
con
el difícil deber
de
en España defendernos
de
los peligros de fuera
y
los peligros de dentro;
para
ellos vaya el aplauso
de
nuestro agradecimiento.
Mi
pueblo también lo son
los
muchos hermanos nuestros
que
tuvieron que dejar,
desde
ya lejanos tiempos,
sus
casas y sus familias
en
busca de su sustento,
y
en otras tierras de España
o
en países extranjeros,
mostraron
con su trabajo
de
lo que es capaz un obrero
andaluz
cuando le ofrecen
un
salario y un empleo.
Muchos
por allí quedaron,
otros
a su tierra han vuelto,
mas
todos, estoy seguro,
de
aquí se siguen sintiendo
y
hacen sentir a sus hijos
que
Villargordo es su pueblo.
Para
aquellos que han logrado
en
esta fiesta el reencuentro,
para
aquellos que tareas
aquí
estar les impidieron,
para
tantos que dejaron
por
ahí su último aliento,
vaya
también el aplauso
con
un abrazo fraterno.
Para
mí mi pueblo son
otros
muchos que salieron
algún
día de su casa
para
ocupar un empleo;
muchos
hombres y mujeres
funcionarios
o maestros,
empleados
en empresas
que
ocupan variados puestos,
o
son universitarios
con
estudios muy diversos,
que
unos formándose están
y
otros ya están ejerciendo.
Seguro
que aquí presentes
tiene
que haber muchos de ellos.
Si
tantos en estos días
nos
juntamos en el pueblo,
y
para mí mi pueblo es
donde
haya un villargordeño,
sea
en España o en Europa
o
sea en todo el universo,
cuando
aquí todos estamos
Villargordo es más
pequeño.
¿Verdad
que ahora sí entendéis
lo
que os decía al comienzo?
Mas
los tiempos van cambiando,
y
la semilla que al suelo
desde
ya hace años se arroja
con
sacrificio y esfuerzo,
con
el tiempo da sus frutos,
los
frutos que estamos viendo.
Nuestro
pueblo, siendo el mismo,
viene
cambiando de aspecto,
y
no me refiero yo ahora
a
lo que es su aspecto externo,
sino
a tantas perspectivas
que
sus hijos van abriendo.
Hay
que mirar hacia atrás,
y
aunque dice el refranero
que
cualquier tiempo pasado
fue
mejor, eso no es cierto
si
comparamos lo de ahora
con
lo de tiempos pretéritos.
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