Colaboración de Paco Pérez
Os
recuerdo que los post que he publicado sobre las exposiciones que había
visitado en los espacios habilitados para tal actividad estaban dentro de los edificios
públicos locales, Ayuntamiento y Museo.
También quiero dejar patente mi
reconocimiento público a los artistas participantes porque sin sus aportaciones
no habría sido posible cubrir esos espacios con tanto material plástico, fruto
de su forma particular de ver los temas de la vida. Gracias a ellos Villargordo, con motivo de “Las Jornadas Culturales 2016”, vivió
unos días muy movidos en las diversas actividades que se programaron.
El
día 22 de mayo estuve en el “Museo”
y durante el recorrido que hice por sus salas con la cámara, comencé observando
y grabando lo que ya les publiqué, el verdadero motivo de mi visita. Al acabar
con las novedades expuestas continué con las obras de D. Francisco Cerezo Moreno y, tanto yo como quienes me acompañaban
en la visita, no dejábamos de mostrar nuestra complacencia con las obras que
legó a nuestro pueblo.
Cuando
llegamos a la sala de las miniaturas pictóricas no resistí la tentación de
grabarlas para mostrarlas después a ustedes, lo que os voy a regalar al final.
Una
vez en casa, mientras estaba preparando las fotos para la publicación posterior
de los temas que grabé, me vino a la mente el pensamiento popular que se
encierra en esta expresión tan generalizada por los terruños de nuestra
geografía nacional:
SOBRE GUSTOS NO HAY NADA ESCRITO
Para
interpretar los textos, al leerlos, unas veces hay que buscar la literalidad de
sus contenidos y otras no, en este caso no.
¿Por qué debemos actuar así hoy?
Si
comparamos las obras pictóricas de los artistas
foráneos que colaboraron en la muestra cultural con la obra de D. Francisco y las juzgamos desde la tronera de la “belleza” el debate se acaba de inmediato porque arrancaría
encorsetado y sólo nos permitiría hablar sobre lo que tenemos delante. Si cambiamos
el formato analítico y lo hacemos desde las posibilidades de visión que se nos
ofrecen al hacerlo desde el balcón
del “pensamiento interpretativo libre”
ya se abre un abanico muy amplio de temas, tantos como “gustos” pueden tenerse a la hora de vestir, comer, ir de
vacaciones, amueblar las viviendas, ver cine… Pues bien, para entender mejor la
expresión que he propuesto aconsejo no tomarla con su significado literal porque
nos llevará a una toma de postura que nos haría ser poco permisivos con las
otras posturas o sus formas de ver los mismos temas. Este consejo no implica
rechazar el tener un gusto particular, debemos tenerlo y, además, no tener
miedo a exponerlo si se nos pregunta. El gusto es algo tan subjetivo que varía
de una persona a otra. Siempre habrá cosas que serán bonitas o feas, de una forma
más o menos general, pero unas y otras tendrán admiradores y detractores a la
vez porque… ¡¡¡Sobre gustos no hay nada
escrito!!! ¿Eso es bueno o es malo?
Yo
creo que es bueno porque si todos tuviéramos los mismos gustos la vida sería muy
aburrida pues todas las personas llevarían prendas de vestir del mismo color,
las comprarían en el mismo comercio, las diseñaría el mismo modisto/a… Igual
planteamiento podríamos aplicar al resto de las cosas y situaciones. Si tocáramos
el tema de “encontrar pareja” y la
moda del gusto estuviera en la “fealdad”
nos pasaría igual… ¿Qué futuro esperaría a quienes atesoraran “belleza”? ¡¡¡Sería un auténtico desastre para el resto!!!
Para
reforzar esta postura, considero que “todo
se vende y todo se compra” y por eso “en
la variedad de estilos está el sostén del arte”.
Abundando
en lo dicho voy a recordar a un personaje popular de nuestro pueblo, sólo sé de
él que pasó a la posteridad con el apodo de “Camisa”, porque usaba la misma en invierno y verano hasta que se
rompía. Según la leyenda urbana que hay sobre esta familia, parece ser que este
señor se casó con una mujer que era muy fea. Un día, tomando unos vinos en el
bar, le preguntó uno de sus amigos:
-
¿Cómo estuviste para casarte con tu mujer, siendo tan fea?
Él
no se inmutó, le dio un sorbo al vino y le contestó:
-
Porque era y es muy buena y, además… ¡¡¡Estoy muy contento con ella todavía, no
lo olvides!!!
Su
interlocutor no se dio por satisfecho e insistió:
-
¿Cómo es posible eso?
-
¡¡¡Porque está igual de fea que el primer día que la conocí!!!
Ahí
acabó la conversación.
En
mi primer destino profesional, un colegio de Jaén, conocí a un muchacho que fue
a él en “periodo de prácticas”. El
director supo que era un buen pintor y le comentó que pintara una obra y la
dejara en el colegio como recuerdo, Antonio
aceptó y unos días después comenzó en la buhardilla del edificio a ejecutar su
obra. Una mañana, aunque aún no la había concluido, me invitó a ver el trabajo
que estaba haciendo y lo acompañé. Unos minutos después de estar ante su obra
me preguntó:
-
¿Qué mensaje te sugiere lo que hay ahora en el lienzo?
Sin
ser un experto recibí el impacto de ser una obra con “estilo abstracto” y en ella se observaban varias ruedas dentadas;
sobre ellas había colocados unos cuerpos humanos desnudos, apoyados sobre sus
espaldas y con los brazos abiertos; palos cruzados en posición vertical y,
sobre ellos, se veían trazos que parecían hilos suspendidos que iban de uno a
otro; los colores predominantes eran el amarillo y el negro… Cuando acabé mi
observación le di esta respuesta:
-
Reflejas al hombre machacado por la
modernidad de las máquinas.
No
me contestó, nunca supe si acerté o no y, después de aquella visita al estudio
improvisado, nunca volví a subir. Unos días después supe que, lo mismo que hizo
conmigo, también subió a otros compañeros. No supe qué respuestas le darían
pero sí escuché de ellos, en su ausencia, este concepto generalizado sobre Antonio, como “Pintor”:
-
¡¡¡Está loco!!! – decían cuando
hablaban del cuadro.
Supongo
que Antonio debió tener conocimiento
de lo que opinaban de su arte porque la realidad es que la obra no se acabó.
Cuando concluyó su periodo de prácticas se ausentó del colegio y ya nunca supe
más de él, sólo me queda el recuerdo de un buen amigo que fue maltratado de
manera injusta por quienes no supieron aceptar que hay muchos estilos
pictóricos y que el suyo era uno que no entraba en sus “gustos”, fruto de la cultura que nos envolvía en el otoño de 1972.
El
reflejo de lo que acabo de escribir es fruto de aquella experiencia vivida hace
44 años pero eso no me impide ser libre hoy para decir que mis gustos van por
la pintura de “estilo realista”.
Tomar posicionamiento ante unas obras no es estar en contra de otras y, mucho
menos, tratar a sus autores de manera desconsiderada porque sé que reflejan en
ellas la visión de sus gustos sobre la forma particular que tienen de ver los
diversos temas de la vida.
Empujado
por este pensamiento os voy a mostrar una pequeña muestra de las obras de D. Francisco Cerezo Moreno, son
miniaturas expuestas en el Museo:
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