lunes, 13 de junio de 2016

MEDITACIONES DERIVADAS DE MI VISITA AL MUSEO “CEREZO MORENO

Colaboración de Paco Pérez
Os recuerdo que los post que he publicado sobre las exposiciones que había visitado en los espacios habilitados para tal actividad estaban dentro de los edificios públicos locales, Ayuntamiento y Museo. 
También quiero dejar patente mi reconocimiento público a los artistas participantes porque sin sus aportaciones no habría sido posible cubrir esos espacios con tanto material plástico, fruto de su forma particular de ver los temas de la vida. Gracias a ellos  Villargordo, con motivo de “Las Jornadas Culturales 2016”, vivió unos días muy movidos en las diversas actividades que se programaron.

El día 22 de mayo estuve en el “Museo” y durante el recorrido que hice por sus salas con la cámara, comencé observando y grabando lo que ya les publiqué, el verdadero motivo de mi visita. Al acabar con las novedades expuestas continué con las obras de D. Francisco Cerezo Moreno y, tanto yo como quienes me acompañaban en la visita, no dejábamos de mostrar nuestra complacencia con las obras que legó a nuestro pueblo.
Cuando llegamos a la sala de las miniaturas pictóricas no resistí la tentación de grabarlas para mostrarlas después a ustedes, lo que os voy a regalar al final.
Una vez en casa, mientras estaba preparando las fotos para la publicación posterior de los temas que grabé, me vino a la mente el pensamiento popular que se encierra en esta expresión tan generalizada por los terruños de nuestra geografía nacional:
SOBRE GUSTOS NO HAY NADA ESCRITO
Para interpretar los textos, al leerlos, unas veces hay que buscar la literalidad de sus contenidos y otras no, en este caso no.
¿Por qué debemos actuar así hoy?
Si comparamos las obras pictóricas de los artistas foráneos que colaboraron en la muestra cultural con la obra de D. Francisco y las juzgamos desde la tronera de la “belleza” el debate se acaba de inmediato porque arrancaría encorsetado y sólo nos permitiría hablar sobre lo que tenemos delante. Si cambiamos el formato analítico y lo hacemos desde las posibilidades de visión que se nos ofrecen al hacerlo desde el balcón del “pensamiento interpretativo libre” ya se abre un abanico muy amplio de temas, tantos como “gustos” pueden tenerse a la hora de vestir, comer, ir de vacaciones, amueblar las viviendas, ver cine… Pues bien, para entender mejor la expresión que he propuesto aconsejo no tomarla con su significado literal porque nos llevará a una toma de postura que nos haría ser poco permisivos con las otras posturas o sus formas de ver los mismos temas. Este consejo no implica rechazar el tener un gusto particular, debemos tenerlo y, además, no tener miedo a exponerlo si se nos pregunta. El gusto es algo tan subjetivo que varía de una persona a otra. Siempre habrá cosas que serán bonitas o feas, de una forma más o menos general, pero unas y otras tendrán admiradores y detractores a la vez porque… ¡¡¡Sobre gustos no hay nada escrito!!! ¿Eso es bueno o es malo?
Yo creo que es bueno porque si todos tuviéramos los mismos gustos la vida sería muy aburrida pues todas las personas llevarían prendas de vestir del mismo color, las comprarían en el mismo comercio, las diseñaría el mismo modisto/a… Igual planteamiento podríamos aplicar al resto de las cosas y situaciones. Si tocáramos el tema de “encontrar pareja” y la moda del gusto estuviera en la “fealdad” nos pasaría igual… ¿Qué futuro esperaría a quienes atesoraran “belleza”? ¡¡¡Sería un auténtico desastre para el resto!!!
Para reforzar esta postura, considero que “todo se vende y todo se compra” y por eso “en la variedad de estilos está el sostén del arte”.
Abundando en lo dicho voy a recordar a un personaje popular de nuestro pueblo, sólo sé de él que pasó a la posteridad con el apodo de “Camisa”, porque usaba la misma en invierno y verano hasta que se rompía. Según la leyenda urbana que hay sobre esta familia, parece ser que este señor se casó con una mujer que era muy fea. Un día, tomando unos vinos en el bar, le preguntó uno de sus amigos:
- ¿Cómo estuviste para casarte con tu mujer, siendo tan fea?
Él no se inmutó, le dio un sorbo al vino y le contestó:
- Porque era y es muy buena y, además… ¡¡¡Estoy muy contento con ella todavía, no lo olvides!!!
Su interlocutor no se dio por satisfecho e insistió:
- ¿Cómo es posible eso?
- ¡¡¡Porque está igual de fea que el primer día que la conocí!!!
Ahí acabó la conversación.
En mi primer destino profesional, un colegio de Jaén, conocí a un muchacho que fue a él en “periodo de prácticas”. El director supo que era un buen pintor y le comentó que pintara una obra y la dejara en el colegio como recuerdo, Antonio aceptó y unos días después comenzó en la buhardilla del edificio a ejecutar su obra. Una mañana, aunque aún no la había concluido, me invitó a ver el trabajo que estaba haciendo y lo acompañé. Unos minutos después de estar ante su obra me preguntó:
- ¿Qué mensaje te sugiere lo que hay ahora en el lienzo?
Sin ser un experto recibí el impacto de ser una obra con “estilo abstracto” y en ella se observaban varias ruedas dentadas; sobre ellas había colocados unos cuerpos humanos desnudos, apoyados sobre sus espaldas y con los brazos abiertos; palos cruzados en posición vertical y, sobre ellos, se veían trazos que parecían hilos suspendidos que iban de uno a otro; los colores predominantes eran el amarillo y el negro… Cuando acabé mi observación le di esta respuesta:
- Reflejas al hombre machacado por la modernidad de las máquinas.
No me contestó, nunca supe si acerté o no y, después de aquella visita al estudio improvisado, nunca volví a subir. Unos días después supe que, lo mismo que hizo conmigo, también subió a otros compañeros. No supe qué respuestas le darían pero sí escuché de ellos, en su ausencia, este concepto generalizado sobre Antonio, como Pintor”:
- ¡¡¡Está loco!!! – decían cuando hablaban del cuadro.
Supongo que Antonio debió tener conocimiento de lo que opinaban de su arte porque la realidad es que la obra no se acabó. Cuando concluyó su periodo de prácticas se ausentó del colegio y ya nunca supe más de él, sólo me queda el recuerdo de un buen amigo que fue maltratado de manera injusta por quienes no supieron aceptar que hay muchos estilos pictóricos y que el suyo era uno que no entraba en sus “gustos”, fruto de la cultura que nos envolvía en el otoño de 1972.
El reflejo de lo que acabo de escribir es fruto de aquella experiencia vivida hace 44 años pero eso no me impide ser libre hoy para decir que mis gustos van por la pintura de “estilo realista”. Tomar posicionamiento ante unas obras no es estar en contra de otras y, mucho menos, tratar a sus autores de manera desconsiderada porque sé que reflejan en ellas la visión de sus gustos sobre la forma particular que tienen de ver los diversos temas de la vida.

Empujado por este pensamiento os voy a mostrar una pequeña muestra de las obras de D. Francisco Cerezo Moreno, son miniaturas expuestas en el Museo:














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