Colaboración de Ramón Albao Carmona
LOS ANCIANOS DE MI PUEBLO
En
un pueblo culto se respeta a los ancianos… ¿Qué haríamos sin la pureza de sus consejos?
¡Dejad que hablen en “El Paseo”, sentados en
sus bancos de hierro, dejadlos que
hablen!
Dejadlos
que hablen,
que
vivan en paz,
están
tranquilos en la sombra,
en
unos bancos de duro metal
a
la sombra de una palmera
o
cercanos al nuevo brocal.
Dejadlos
que vivan su suerte
que
éstos, con sus manos doloridas,
sí
se ganaron el pan.
No
hagáis caso a ninguna farota,
que
hasta el alma la tiene encallá,
no
perturbéis sus paseos.
Dejadlos
en su lento caminar,
que
digan y hablen de sus cosas
que
bastante callaron ya,
que
todos se partieron el lomo
por
caminos, veredas y barrancás.
Los
callos si les gustan calentitos
y,
si pueden, con sopitas de pan de Alfacar.
Dejad
de aventar palabras,
de
bellotas sin madurar,
porque
son ahogaizas para la garganta
y
amargas para el paladar.
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