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domingo, 11 de septiembre de 2016

LA RESPONSABILIDAD NOS GENERA EL PREMIO DE LA ALEGRÍA

Colaboración de Paco Pérez
La alegría, a mi entender, es una semilla que ya llevamos al nacer porque nos la regaló Dios y que las personas deberemos cuidar después para que dé el fruto de ser nuestro estado vital permanente, una realidad que no está presente en la vida de las personas de igual manera. No lo está porque todos no reaccionamos igual ante hechos similares debido a que nuestra valoración individual de los hechos tampoco lo es debido a que no tenemos las mismas prioridades, nuestras actitudes en la convivencia difieren… Podemos disimular qué situación de felicidad o infelicidad tenemos porque quienes nos rodean no leen nuestro interior pero la verdad es que a nuestra conciencia no podemos engañarla o silenciarla… ¿Podría estar ahí el secreto de la alegría o la tristeza individual?

Hay muchos ejemplos en la Biblia que nos pueden ayudar a comprender el tema, hoy tenemos varios y os propongo el del padre que ve regresar al hijo que se marchó y ya lo creía perdido. Su AMOR paternal se amplió con una disposición favorable para el PERDÓN, fue a su encuentro, no lo rechazó y esa forma de actuar le hizo ser FELIZ… ¿Por qué? Porque hizo en todo momento lo correcto. El otro hijo no tuvo la misma actitud hacia el hermano y fue INFELIZ.
Si nos preocupamos por conocer a Dios lograremos amarlo de verdad o de manera diferente a como lo hacemos por norma, hacerlo así nos llevaría a respetar sus normas y, por esa forma de actuar, caminaríamos rectos y disfrutaríamos de la felicidad que nos regala nuestra CONCIENCIA cuando está libre de remordimientos.
Otro ejemplo lo encontramos en el Sinaí, cuando el pueblo liberado no comprendió lo que Dios pretendía al sacarlo de Egipto. Se olvidaron pronto de todo, no respetaron su normativa, se apartaron de Él empujados por su egoísmo e impaciencia y estas acciones les generaron infelicidad y dolor.
El problema del hombre, a mi entender, no está en fallar sino en no rectificar el rumbo de nuestro comportamiento. San Pablo falló de manera clamorosa a Dios pero vio la luz a tiempo, enderezó su actuar reconociendo su error y, como consecuencia de ello, Dios lo acogió entre los suyos. El ejemplo de San Pablo me enseña que su mal comportamiento estuvo alimentado por el hecho de ser un fiel cumplidor de su creencia religiosa, el judaísmo… ¿Era él culpable o fueron los doctores de la ley?
Considero que los dirigentes de ella montaron una actuación equivocada que lo empujó y él lo que hacía era de buena fe, supongo que Dios así lo entendió y aprovechó esa fuerza sincera que aplicaba contra los cristianos para que, una vez convertido, esa que aplicaba como detractor diera sus frutos después como defensor.

Si el hombre no procediera con LIBERTAD en sus actos la felicidad no podría tener entrada en él porque siempre echaría la culpa de todo a quien primero pasara. El padre del “Hijo pródigo” respetó su decisión libre de pedirle su parte de herencia, no ató con prohibiciones al hijo y por eso, después de caer en la miseria, éste pudo pensar sin presión, de ahí que la decisión de volver la tomara después de una práctica SERIA, REFLEXIVA y LIBRE de presiones.
MEDITACIONES FINALES
1.- El hombre da importancia a las cosas y a los actos que él considera que tienen un cierto valor material.
Dios encumbra los detalles insignificantes, esos que para el hombre pasan desapercibidos.
2.- La herencia de ser “Hijos de Dios” la tenemos asegurada y la utilización buena o mala que estemos haciendo con nuestra libertad determinará más adelante si la conservaremos, la aumentaremos o la perderemos.
3.- Trabajar por la recompensa material agota. Hacerlo sin buscar nada más que ayudar al que lo necesita alegra la vida.
4.- Nos equivocamos cuando nuestro cumplimiento cristiano lo basamos en la práctica de un buen comportamiento social que está ausente de amor al necesitado.
5.- ¿Nos comportamos como el padre que perdona al hijo dilapidador o como el hijo cumplidor que no perdona a su desgraciado hermano?

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