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viernes, 16 de septiembre de 2016

LOS EMIGRANTES VILLARGORDEÑOS

Colaboración de Ramón Albao Carmona 
A los que no regresaron y a los que sí,
a los que echaron raíces
y, al consuelo de su retoños,
viven el placer de ellos.

A los que se fueron en silencio,
con los ojos preñados de lágrimas muchas,
a lugares de sombras y soledades,
dejando a sus espaldas pensamientos, alegrías,
hijos, esposas, amores y su compañía.

Una maleta perseverante, pero triste,
que tal vez se perdiera por los caminos de los tiempos,
si vosotros, emigrantes villargordeños nobles y altivos,
que aquel día partisteis por un camino cruel
de hierros y anchas traviesas.

Era largo e interminable, pero lleno de esperanza;
ibais cansados, creyendo en la verdad de vuestros sueños,
deciéndole a los vientos que volveríais a las campiñas,
a los rugosos olivares, a las noches de luna clara y a Villargordo.

Donde la Luna se baña en un mar de olivos,
se mira en los espejos de sus noches plateadas
a las plácidas sombras de “El Paseo”,
allí oiréis los susurros de las brisas
que bajan de la Ermita, la charla de los paisanos,
y los gratificantes recuerdos jóvenes y limpios.

Vosotros, emigrantes,
motivo de mis nublados ojos,
no perdáis nada del pasado
porque allá donde os llevara el viento,
siempre sembrasteis patria,
porque vuestros pasos fueron los mejores,
nadie derrotó vuestro entusiasmo
y siempre disteis en el clavo de la sabiduría y la cordura.

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