Colaboración de José Martínez Ramírez
Recordando, a Dª Ana y a D. Benigno, con cariño.
Estaba
Ana sentada en su silla,
y
llegó Benigno por sus puros.
Intentando
un trato, por fatiga
con
intercambio, pero sin duros.
Yo
te traigo tu colonia o pastilla
y
tú me das las raciones de puros.
De
mala gana aceptó, en la Villa
de
Villargordo, esos cambios impuros.
De
esta manera, con sus manecillas,
no
paraba de llevarle el canguro.
Pero
Ana, inundada ya de pastillas
y
colonias, pues se vio en un apuro.
Entonces,
le espetó de boquilla…
¡Qué
coño pasa, so inmaduro!
Sube
sostenes, bragas, senagüillas…
¡Las
cosas que pasan por este muro!
Ana, te
doy un abrazo desde mi orilla
y
hoy, con él te recuerdo y abundo.
Para
que no se te olvide y, tranquila…
¡Contigo
nadie, ni yo, me confundo!
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