Colaboración de Paco Pérez
¿NECESITAMOS
CAMBIAR O ESTAMOS EN EL BUEN CAMINO?
El
conformismo no es el camino que
debemos seguir pero el deseo de mejorar lo
que hacemos sí porque con esa actitud nos regalaremos una buena dosis de esperanza para el futuro y ella nos
llevará a intentar construir un sistema que sea diferente y mejor que el que
tenemos.
Juan Bautista comenzó su
predicación antes que Jesús iniciara
su vida pública y muchas personas le seguían porque dio ejemplo de “cambio”, se apartó del modelo
tradicional que ellos conocían en su entorno retirándose a vivir al desierto y
así, apartado de las formas de vida de aquel tiempo, no se guiaba por el modelo
que imponían las instituciones religiosas
y políticas.
Proponía a los judíos que
cambiaran sus formas de vida tradicionales y sustentaba sus afirmaciones
en que el Reino de Dios, donde ellos
habían puesto su esperanza, ya estaba cerca.
Les
pedía hacerlo porque era necesario para obtener de Dios el perdón pues en aquellos tiempos se asociaba la injusticia con el pecado y éste era considerado como una forma más de oponerse al
bien del hombre.
Dios perdona al
hombre como muestra de su amor por
él pero el hombre, por su parte, debe
mostrarse amoroso con los demás hombres
y no indiferente ante el dolor y el
daño que hacemos a otros cuando practicamos
la injusticia. De aquí se puede deducir que para tener una buena relación
con Dios el paso previo que debemos
dar es tener una buena relación con el prójimo.
Este
modelo de vida que predicaba Juan le
hizo ganarse el no estar bien visto por las instituciones judías y que lo
miraran como una oposición a lo que ellos proponían al pueblo.
La
predicación de Juan pretendía que la
sociedad judía fuera liberada de la esclavitud y de la opresión en que estaba
viviendo. Él consideraba que necesitaban, igual que en Egipto, vivir la experiencia
de la liberación pero ésta no podría
realizarse si no empezaban cambiando ellos mismos sus formas de pensar y de actuar.
Para
iniciar ese cambio radical de vida Juan
les habló del “Bautismo” y los que
comprendieron su mensaje aceptaron ser
bautizados por él, reconocieron así
la injusticia que había en la sociedad de entonces y se comprometieron a dejar su práctica.
Ese
pasado injusto quedaba borrado por el agua y ya empezaban una vida nueva. Este acto
que les aplicaba Juan no era una
ceremonia privada sino pública y, quienes lo recibían, reconocían en voz alta
su participación en la injusticia existente en su entorno.
La
respuesta que dieron a la predicación de Juan
fue enorme y acudieron personas desde toda Palestina y Jerusalén pues les despertó
la conciencia ante la injusticia generalizada que había, así surgió un
movimiento que la rechazaba y que lo apoyaba.
El
impacto popular que logró hizo que las autoridades religiosas y políticas se
inquietaran, por eso le enviaron a personas de su confianza para que averiguaran
qué decía realmente. Lo que les preocupaba de Juan era que fuera el Mesías,
el líder que los judíos estaban esperando para que pusiera orden en las
instituciones y para que acabara con la corrupción y la explotación que, desde
ellas, se ejercían sobre las gentes humildes. Por eso consideraron, sin
conocerlo, que el Mesías sería para
ellos una persona peligrosa que les arruinaría el orden que ellos habían
impuesto. Juan negó serlo y se proclamó
su precursor, es decir, el encargado
de preparar la llegada del liberador esperado.
Por hablarles así de claro, chocó de
manera frontal con los intereses de los poderes públicos, lo encarcelaron y le dieron muerte.
El
cambio debe ser deseable y posible pero
sabremos que, para alcanzarlo, no bastará
con la reforma o el cambio de las instituciones pues también
necesitaremos que sea personal y que
nos lleve a una nueva relación con el
prójimo.
Toda
denuncia de un orden injusto y toda propuesta
de cambio radical se toparán siempre
con la oposición de quienes tienen el mando en los poderes que nos gobiernan. Ellos
rechazarán por norma los cambios e intentarán, con todos los medios de que
dispongan, de impedir que esos aires
frescos nos ayuden a transitar mejor por el desierto de la INJUSTICIA.
REFLEXIONES FINALES
1.-
El hombre sencillo contribuye al bien
del prójimo, el retorcido le hace la
vida imposible.
2.-
El que vive con austeridad ayuda al necesitado,
el ostentoso no se acerca a esas personas.
3.-
La abundancia nos hace esclavos de muchos señores y no nos
permite vivir con LIBERTAD.
4.-
El Bautismo es el primer paso para
cambiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario