domingo, 12 de febrero de 2017

DEBEMOS CUMPLIR LA LEY, LA QUE COMPLETÓ Y ENSEÑÓ JESÚS

Colaboración de Paco Pérez
ÉL FUE MÁS ALLÁ DE ELLA Y DESDRAMATIZÓ SU CUMPLIMIENTO 
Jesús fue bien explícito: [No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley.].
Si Él nos dejó este mensaje tan claro… ¿Cómo es posible que después los hombres se atrevan a minimizar el valor del AT, el mensaje de los profetas o a modificar el Decálogo que Dios entregó a Moisés?

Dios nos regaló el Decálogo, en él prohibió hacer imágenes, Jesús dijo que no venía a abolir nada de la Ley pero los hombres sí se han atrevido a modificado su contenido, nuestros templos están llenos de imágenes y cada dos por tres hay una procesión… ¿Cómo se puede explicar esta conducta religiosa con la Biblia, nuestro libro sagrado?
Los hombres, primero los judíos y después los cristianos, se han encargado de hacer una religión a su medida, como si de un zapato se tratara.
Según la tradición judía, Dios regaló su Ley al pueblo elegido, lo hizo por medio de Moisés y ellos se sintieron muy felices. En las sinagogas guardaban y veneraban el “Libro de la Ley”. Ésta no era una carga pesada para ellos, todo lo contrario, pues les hacía sentirse orgullosos y alegres de haberla recibido, la consideraban un bien precioso e imperecedero y, sobre todo, una garantía y camino de salvación.
Yo entiendo que hasta ahí todo estaba perfecto pero cuando vino Jesús esa realidad ya lo cambió todo y marcó una frontera para todos los hombres, sin distinción de nada, y para los de entonces y después de Él… ¿Por qué opino así?
En el AT, los profetas anunciaron la venida del Mesías pero los judíos, a pesar de haber convivido con Él, no lo reconocieron y lo rechazaron. Esa realidad es una prueba:
- Isaías 53,1: [¿Quién creerá lo que hemos oído? ¿A quién fue revelado el brazo de Yavé?].
- Isaías 53,3: [Despreciado y abandonado por los hombres, varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento, y como uno ante el cual se oculta el rostro, menospreciado sin que le tengan en cuenta.].
Pasaron los años, se cumplieron los anuncios de los profetas y Juan fue uno de los que recordó a la sociedad de su tiempo este hecho tan significativo para que comprendieran mejor qué habían hecho ellos con el Mesías. Otra prueba:
- Juan 12, 37: [Aunque había hecho tan grandes milagros delante de ellos, no creían en Él.]. 
- Juan 12, 38: [Para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Y el brazo del Señor, ¿a quién ha sido revelado?]
A Jesús no lo recibieron como tal por los problemas que ocasiona en toda sociedad la TRADICIÓN religiosa y sabemos bien los cristianos, por propia experiencia, que quienes se aferran a ella tienen una venda en los ojos y ya no ven la realidad, es un problema común.
La venda de ellos estaba muy clara: Los fariseos y doctores de la Ley manejaban los hilos religiosos en la sinagoga y así confundían a las gentes con el cumplimiento de preceptos que estaban en el conjunto de su Ley pero que carecían de verdadero sentido religioso, ellos también tenían intereses económicos en el Templo, se implicaban en las actuaciones políticas de Roma… ¿Está claro que hacían una interpretación particular de Dios y que seguir a Jesús les ocasionaba tener que renunciar a muchas rutinillas y ventajas?
Jesús, cuando les hablaba de Dios lo hacía con el nuevo formato, no seguía su método y, además, lo hacía sin preocuparse de que esa forma de mostrar a Dios entrara en conflicto con la ellos. A Jesús lo único que le preocupaba era enseñar a las personas lo que Dios deseaba de los hombres pero no con las formas que se usaban en la sinagoga sino desde otra visión diferente, la de Dios.
La diferencia entre el mensaje de los doctores judíos y el de Jesús estaba en que ellos se preocupaban de cumplir con su Ley y Él les proponía otro mensaje diferente, no fallarle al Dios amor que se preocupa de todos y les perdona.
Muchos cristianos consideran que no matando y no robando ya cumplen con la Ley pero si se acercan a una entidad bancaria para ver qué propiedades están a punto de salir a subasta ya no le dan importancia a que sus propietarios, arruinados, se tengan que ir a vivir bajo un puente por adquirirla ellos. Otros proclaman que no cometen adulterio físico pero sí desean a otras esposas y se recrean mandando o visionando fotografías y vídeos pornográficos en los móviles... ¿Tienen estos cristianos conciencia de no cumplir con la Ley?
Jesús buscaba la verdad con total libertad y mostrarles qué era lo que podía hacer bien a las personas sin que esas acciones entraran en conflicto con lo que Dios deseaba. Por eso criticaba, corregía y rectificaba determinadas interpretaciones que los judíos hacían de la Ley cuando comprobaba que actuaban sin compasión y justicia con los débiles. Éstos establecían las “impurezas” que una persona podía recibir y por ellas convertirla en un “pecador” culpable ante Dios; según el “código de pureza” de ellos ya quedaba separada de Él y se le impedía entrar en el Templo y tomar parte en el culto.
En tiempos de Jesús se aplicaba con bastante rigor esta norma. Él, por el contrario, sí se relacionaba con gente considerada impura, sin importarle las críticas de quienes se consideraban los guardianes de la pureza. Comía con los pecadores y publicanos, tocaba a los leprosos y los más pobres siempre le acompañaban… ¡¡¡Hacía lo contrario de lo que ellos proponían!!!
Pertenecer al “pueblo de Dios” no es razón para establecer barreras separadoras sino lazos de unión, separar era la especialidad de los fariseos y Jesús, como es lógico, eso no lo aprobaba porque la predicación del Reino de Dios consiste en no excluir a nadie, en acoger a todos y, de manera preferente, a los marginados.
¿Lo hacemos nosotros o nos parecemos a los fariseos?
La grandeza de Dios es inmensa, porque nos lo regaló todo y, además, sin condiciones; incluida la LIBERTAD de decisión. Con ella podemos elegir entre el bien y el mal, el frío y el calor, el blanco y el negro y así, de la elección que hagamos, dependerá nuestra felicidad futura. Una vez hecha, lo que nos ocurra será responsabilidad nuestra y culpar a Dios de las consecuencias de nuestros actos es una falta de sensatez.
Si somos conscientes de esta verdad deberá quedarnos muy claro que lo que nos ocurre no procede de Dios y que sí nos viene de la elección que antes hicimos en libertad.

San Pablo nos ilustra sobre la grandeza y sabiduría de Dios, algo imposible de conocer por las personas creadas y, para que comprendieran mejor sus palabras, les recordó que Jesús fue crucificado por ese desconocimiento tan grande que tuvieron de su grandeza. Para reforzar su mensaje les dijo: [Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.].

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