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sábado, 9 de diciembre de 2017

EL ADVIENTO II

Colaboración de Paco Pérez
CAMBIO PERSONAL Y ESPERANZA
Las situaciones adversas, muchas veces, nos hacen sufrir, entonces perdemos la tranquilidad y acusamos al Señor de habernos abandonado.
El pueblo de Dios tuvo también este sentimiento cuando vivió deportado en Egipto y en Babilonia. Hoy encontramos reflejada esta realidad en la lectura de Isaías, estaban sufriendo la segunda deportación y se sintieron allí abandonados por Él. Intervino el profeta y les anunció que por segunda vez habían sido perdonados y que los liberaría de nuevo. Una vez más Dios se sirve del profeta para despertar en el pueblo la ilusión y la esperanza de que pronto les daría Él lo que deseaban.

Pasaron los años y el profeta Juan El Bautista” les anunció la llegada de otro que vendría después de él con más fuerza y que allanaría los caminos de la injusticia. Juan utilizó una manera diferente y sencilla para hablar a sus gentes del hecho religioso, les informó de la necesidad que tenían de convertirse y que debían hacerlo con el cambio personal, el arrepentimiento de los pecados y el perdón de ellos mediante el “bautismo” de inmersión.
El mejor mensaje se da con el ejemplo de vida y este profeta lo dio cambiando todos los planteamientos religiosos de entonces pues vivía con humildad, alejado de la grandiosidad del templo y en el desierto, alimentándose y vistiéndose con lo que encontraba en él…
Juan inicia la necesidad de cambiar el modelo social de vida, entonces todo giraba alrededor del Templo pero él se apartó de ese modelo y se fue al desierto a predicar, porque también estaba Dios en él. Su convencimiento le hizo no adjudicarse  el protagonismo del mensaje y por eso se presentó  como el instrumento necesario que facilitaría la llegada del que vendría después, Jesús. Su muerte causó un impacto brutal en quienes estaban junto a Él a diario y se alejaron asustados pero después de su resurrección, en los primeros años de haber ocurrido, la palabra que les predicó dio los frutos buscados, sus seguidores estaban convencidos de que la segunda venida sería inminente y entonces, para hacerles entrar en razón, el apóstol Pedro les habló de que debían tener esperanza en su llegada y estar preparados para ese momento porque esa realidad no debía pillarles desprevenidos sino con los deberes hechos, así es como podríamos ser acogidos por Él.
Todas las buenas intenciones que guiaron a Dios desde el inicio, intentando guiarlos por los profetas hasta la llegada de su Hijo, aparentemente no dio fruto porque quienes más cerca estaban de Él se escondieron asustados pero la semilla esparcida los dio porque dos mil diecisiete años después aún seguimos preocupándonos de su mensaje a pesar de que somos conscientes de que el cambio que se nos pide que demos no ha conseguido cuajar todavía un modelo social digno y justo para todos. Hemos fracasado porque el poder no ha sido combatido con la justicia y él sigue matando a Jesús también en nuestros días cuando los pobres siguen sin comer y los ricos cada vez son más egoístas.





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