Colaboración de Paco Pérez
CAMBIO PERSONAL Y ESPERANZA
Las
situaciones adversas, muchas veces, nos hacen sufrir, entonces perdemos la
tranquilidad y acusamos al Señor de
habernos abandonado.
El
pueblo de Dios tuvo también este
sentimiento cuando vivió deportado en Egipto
y en Babilonia. Hoy encontramos
reflejada esta realidad en la lectura de Isaías,
estaban sufriendo la segunda deportación y se sintieron allí abandonados por Él. Intervino el profeta y les anunció que por segunda vez habían sido perdonados y que
los liberaría de nuevo. Una vez más Dios
se sirve del profeta para despertar en el pueblo la ilusión y la esperanza
de que pronto les daría Él lo que
deseaban.
Pasaron
los años y el profeta Juan “El Bautista” les anunció la llegada de
otro que vendría después de él con más fuerza y que allanaría los caminos de la injusticia.
Juan utilizó una manera diferente y
sencilla para hablar a sus gentes del hecho religioso, les informó de la
necesidad que tenían de convertirse y
que debían hacerlo con el cambio
personal, el arrepentimiento de los
pecados y el perdón de ellos
mediante el “bautismo” de inmersión.
El
mejor mensaje se da con el ejemplo de vida y este profeta lo dio cambiando
todos los planteamientos religiosos de entonces pues vivía con humildad, alejado de la grandiosidad del templo y en el desierto, alimentándose y vistiéndose con lo que encontraba en
él…
Juan inicia la
necesidad de cambiar el modelo social de vida, entonces todo giraba alrededor
del Templo pero él se apartó de ese
modelo y se fue al desierto a predicar,
porque también estaba Dios en él. Su
convencimiento le hizo no adjudicarse el
protagonismo del mensaje y por eso se presentó como el
instrumento necesario que facilitaría la llegada del que vendría después, Jesús. Su muerte causó un impacto
brutal en quienes estaban junto a Él
a diario y se alejaron asustados pero después de su resurrección, en los
primeros años de haber ocurrido, la palabra que les predicó dio los frutos
buscados, sus seguidores estaban convencidos de que la segunda venida sería
inminente y entonces, para hacerles entrar en razón, el apóstol Pedro les habló de que debían tener esperanza en su llegada y estar preparados para ese momento
porque esa realidad no debía pillarles desprevenidos
sino con los deberes hechos, así es como podríamos ser acogidos por Él.
Todas
las buenas intenciones que guiaron a Dios
desde el inicio, intentando guiarlos por los profetas hasta la llegada de su Hijo, aparentemente no dio fruto porque
quienes más cerca estaban de Él se escondieron
asustados pero la semilla esparcida los dio porque dos mil diecisiete años
después aún seguimos preocupándonos de su mensaje a pesar de que somos
conscientes de que el cambio que se nos pide que demos no ha conseguido cuajar todavía
un modelo social digno y justo para todos. Hemos fracasado porque el poder no
ha sido combatido con la justicia y él sigue matando a Jesús también en nuestros días cuando los pobres siguen sin comer y los ricos
cada vez son más egoístas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario