Colaboración de José Martínez Ramírez
Son
las rosas de primavera
que
las musas, en el pelo,
lucen
en el deshielo
y
que hacen de frontera,
con
el vuelo de las cigüeñas,
separando
el invierno.
Juegan
con el viento
sus
dientes de cera.
Un
ramo quisiera
darle
a mi cielo
para
su bello pelo,
que
en él lloviera
antes
de que creciera
y
que con un mozuelo
se
fuera, dejando un velo
que
en mi cara ardiera.
Porque
anida la jilguera
la
nieve tiene celos
de
sus dulces pétalos
adolescentes,
es sincera.
Quisiera
retenerla,
pararla
hoy en seco,
pero
mucho me temo
que
a ninguna primavera
nadie
jamás consiguiera,
en
la jaula del desconsuelo,
enamorarla
por un deseo.
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