Colaboración de José Martínez Ramírez
Ese
marzo que no paró de llover,
esas
lumbres con sus llamas
esos
labios de fresa y miel,
y
lunas en Atocha por la mañana.
Ponga
un Jacks Daniel’s otra vez.
Esos
horizontes de ambulancias,
el
cielo de Madrid con humo y fuel.
Su
corazón es tan grande y canalla
que
rima con su piel cada vez
que
late y ella busca su nirvana,
nombra
un nombre de mujer
y
otras de un hombre la cristiana.
Y
todo, en marzo que no paró de llover,
esas
nubes, esa escalera, una manzana.
En
esa roja habitación de hotel,
capítulos
de mi novela kafkiana
que
mi musa, en silencio, vuelve a leer
mientras
vuelvo a llenar la copa de cava
y,
entre sábanas, volvemos a beber.
Su
corazón es tan grande y canalla
que
rima con su piel cada vez
que
late y ella busca su nirvana,
nombra
un nombre de mujer
y
otras de un hombre la cristiana.
Quiero
ir a casa y me arropa otra vez
disfrazada
con su lanza de romana.
Las
flores se le deshojan a esa mujer,
Me
amenaza y me dice: No te vayas
Y
acaba el trabajo, que pareces de papel.
Con
este tercer gatillazo mi sultana
va
en serio, me llamara el cascabel.
Su
corazón es tan grande y canalla
que
rima con su piel cada vez
que
late y ella busca su nirvana,
nombra
un nombre de mujer
y
otras de un hombre la cristiana.
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