Colaboración
de Paco Pérez
Capítulo
IV
LA PUBLICIDAD
DE ENTONCES, EL “AFICHE”
Al
coleccionismo de “carteles”, “afiches” y “fotogramas” de cine no se le ha dado en España la importancia que
se merece aunque es un tema interesante. Si fisgoneamos en los medios comprobaremos
que en otros países extranjeros sí tienen otro concepto diferente y este
interés se puede demostrar porque hay personas que son capaces de pagar mucho
dinero por ellos cuando reúnen las características de raros, muy antiguos o haber
sido diseñados para publicitar a las películas
míticas de los enamorados del cine. A pesar de estas realidades se debe
reconocer que para coleccionarlos no es necesario gastar mucho dinero.
Existen
colecciones especializadas en películas
de género o dedicadas a directores,
actores, épocas… En fin, las posibilidades de agrupamiento que ofrecen estos
elementos del cine son grandes y yo os voy a ofrecer una muestra siguiendo
criterios personales pero habrá otros.
Siempre
hubo personas que se preocuparon por reunir objetos de índole diversa, nuestro
paisano Tomás Lendínez García se
encuentra entre quienes sienten este placer.
Este deseo de coleccionar está presente en muchas de ellas, como también son
muchos los objetos por los que pueden mostrar ese interés: llaveros, sellos, bastones, mecheros, fotos de futbolistas… Pues también los hubo que, desde
que tuvieron pocos años, orientaron su esfuerzo coleccionista hacia los “AFICHES”, “CARTELES”
y “FOTOGRAMAS” que los cines locales,
o los de otras poblaciones limítrofes,
regalaban a los vecinos hace ya bastantes años.
La
observación de estos ejemplares nos ayudará a ver la evolución que experimentó
la publicidad de las películas cuando se estrenaban en sus salas de invierno o
verano.
Los
“afiches” que se utilizaban al
comienzo para publicitarlas le incorporaban algún texto explicativo breve o
sinopsis y, además, eran mucho más bellos que los que se emplearon unos años
después. Éstos folletos tenían forma de díptico
y consistían en una hoja de papel doblada por la mitad, de tamaño pequeño, con
la que se anunciaba el espectáculo cinematográfico que se proyectaría ese día. Éstos
tenían la portada, el interior y la contraportada. Un tiempo después se simplificaron los elementos
iniciales y, como es lógico, los costes de impresión también bajaron.
Hay
coleccionistas de “afiches” que, al
comenzar a guardarlos, buscan en ellos la
belleza del trabajo artístico
que llevan impreso: las fotografías, los dibujos, los textos o el colorido.
Otros
lo hacen porque sienten la nostalgia de lo felices que se sentían viéndolas en
los incómodos cines de aquellos tiempos. Estas personas sólo están interesadas
en juntar los de las películas catalogadas como inolvidables.
Aquellas
personas de gran sensibilidad e ilusión por el mundo irreal guardarían sólo
afiches de películas de hadas, príncipes y princesas o los de animales…
También
podríamos hablar de aquellos que guardan todo lo que llega a sus manos, lo
hacen sin otras pretensiones lógicas y por ser así no saben que son
coleccionistas.
El
terror es un tema que también tiene sus seguidores y, aunque lo pasan mal
durante su proyección, no pueden dejar de verlas.
Por
último tenemos a los amantes de los temas infantiles.
Podríamos
seguir buscando motivos para coleccionar “afiches”
pero lo vamos a dejar aquí y que cada uno encuentre más temas para agruparlos.
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