Colaboración de José Martínez Ramírez
Su
boca son olas de la mar,
su
espuma es tan elocuente
que
no se escucha.
Es
ausencia y nostalgia.
Es
dolor placentero,
la
amo explicablemente.
Me
llama pero no se escucha,
me
mira pero no me ve
y,
si la llamo, sé que no acudirá.
Está
lejos, pero está cerca.
A
veces, su vaho nubla mi cuarto
y
la luz de la lámpara lo desmiente.
Noto
el calor que emerge de ella,
también
estas humedades
que,
como lava de volcán…
¡Están
quemando mi cara!
Y
la vida no cesa, implacable,
de
decir que no.
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