Colaboración de Paco Pérez
EL NUESTRO
El
pueblo vivía en el destierro y el profeta, para levantarles el espíritu
decaído, les anunció la venida de un hombre extraordinario pero no mencionó al Mesías. Lo mostró con unas virtudes únicas
que le permitirían cambiar lo tradicional sin aplicar la violencia y su acción sería
permanente, hasta que lograra instaurar el orden verdadero entre las personas.
Pasan
muchos años, el “Plan de Dios” para
el hombre sigue cubriendo sus etapas y le corresponde a Juan “El Bautista”
allanar los caminos del Señor.
Para
cumplir con la misión encomendada comenzó por renunciar a las comodidades que
podía disfrutar junto a su familia, se retiró al desierto y allí vivió un tiempo dando
ejemplo con sus formas de vivir,
vistiendo y alimentándose, y predicando
a las personas que se le acercaban. Él les hablaba de la necesidad que tenían
de cambiar lo que hacían y para
conseguirlo les recomendaba el camino de la conversión, el “arrepentimiento”
y el “bautismo”. Las gentes se
ilusionaron con su ejemplo de vida y con su mensaje, iban hasta el Jordán “arrepentidas y deseosas”
de que él las “bautizara” para
recibir el “perdón de sus pecados” y
comenzar a vivir de manera diferente. Todos eran personas sencillas.
Un
día, mezclado entre esa gente normal que se acercaba hasta él, apareció Jesús en el río y se acercó hasta Juan sabiendo que Él “no necesitaba ser bautizado”.
Al
recibirlo se arriesgó a que más tarde el pueblo dudara de su grandeza porque si
se bautizó también es que era como ellos y no el ser extraordinario que
esperaban.
Como
el pueblo estaba convencido de que la venida del Mesías estaba próxima Juan se
lo aclaró. Está en Lucas 3, 16: [Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más
que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con
Espíritu Santo y fuego.].
Jesús, con su gesto,
lo que tal vez hizo fue: Respaldar lo que hacía Juan, mostrarnos en ese acto su condición humana y enseñarnos a
todos los hombres de todos los tiempos lo que tenemos que hacer para cumplir lo
que el Padre nos propone.
Cuando
Jesús recorría los pueblos
predicando Pedro lo acompañaba y de Él aprendió que Dios acoge a todos los hombres sin hacer distinción entre ellos por
razón de nacionalidad, raza o condición social. Cuando les hablaba les ponía
como ejemplo a Jesús y les hablaba
de Él diciéndoles que pasó su vida
haciendo el bien a todas las personas.
En
aquellos tiempos estos planteamientos eran difíciles de asimilar para los
cristianos que procedían del judaísmo, como Pedro, no les era fácil aceptar el mensaje de la igualdad y la no
discriminación que habían asimilado de Jesús
y por eso el apóstol aceptó en su comunidad a unos paganos de origen romano, Cornelio y su familia.
Sentadas
las bases de lo que es el “cambio
personal”, de lo necesario que es y del papel que tiene encomendado el Bautismo pues no me queda otro remedio
que preguntarme… ¿El Bautismo que se imparte
en nuestros días es el modelo que practicó Juan y recibió Jesús?
En
aquellos momentos del cristianismo
se bautizaban, cambiaban y comenzaban a practicar un nuevo formato de
vida social… ¿Se debe recibir el
Bautismo siendo un bebé?
Yo
considero que se debería esperar a que lo pida la persona después de
preocuparse de conocer a Dios cuando
tenga madurez, y para despertarle sus inquietudes se le aconsejará leer la
Biblia, vivirá en un ambiente de verdadero compromiso cristiano en la familia, visitará
la Parroquia para formarse de manera
más profunda, participará en los actos y actividades que se programen en ella…
Opino
así porque el modelo actual lo hemos convertido los hombres en un acto social tradicional
que empieza en la Parroquia y acaba,
unas horas después, en una juerga.
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