Colaboración de Manuel Sánchez García
Un
amanecer en la Giralda,
por
los hallazgos de la noche,
quedé
prendido de tal cintura
y
nos dieron las doce.
Blanco
despertar en tu mirada,
enloquecida
por la niebla de tu pelo,
por
el sol de tus pestañas
y
por tu hermoso lunar negro.
¿Sabes?
Si yo fuera pintor
te
pintaría de color marrón
para
olvidar las penas
que
habitan mi corazón.
Si
fuera poeta te escribiría cartas,
donde
tu nombre se cruzara conmigo
para
que nunca tú, hermosa clavellina,
te
olvidaras de este dulce amor mío.
Ella,
se echó a volar hasta Triana,
soltando
amargos aromas
que
me dejaban sin fuerza
y
con lágrimas desenfrenadas.
Cuando
salté para cogerla
me
caí al río en Sevilla
y,
mojado, me di cuenta
que era un sueño… ¡Madre mía!
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