Colaboración de Paco Pérez
LES AYUDÓ Y ENSEÑÓ A COMPARTIR
La
tercera aparición de Jesús fue en la
playa del lago esperando el regreso de los pescadores nos ayuda a comprender
que debemos dar la cara por Él en
los ambientes donde vivamos; que no nos ocultemos asustados, como hicieron los
discípulos después de su muerte; que divulguemos la “Palabra” allá donde estemos y que lo hagamos con espíritu de
servicio hacia los demás.
En
la escena de la “pesca milagrosa” se
evidencia que Él les ayudó a llenar las redes y los enseñó a compartir, ofreciéndoles la comida que tenía preparada para ser
ingerida y proponiéndoles que ellos
también aportaran algo. En la convivencia hay que compartir pero también se
debe aportar lo que cada uno pueda, así nadie será una rémora para los demás.
Los
discípulos cambiaron de actitud después de la muerte y resurrección de
Jesús pues tras las apariciones
perdieron el miedo, ya no se escondieron y nos trazaron el camino de la “Iglesia en salida” contando, a quienes
se les acercaban, las vivencias que tuvieron al lado de Jesús.
Como
sus testimonios iban calando con fuerza entre las personas sencillas pues se
formaron pequeñas comunidades cristianas que vivían ayudándose como verdaderos
hermanos. Estas realidades comenzaron a preocupar al poder religioso del lugar y al político
de Roma, todos recelaban de ellos
otra vez y a poner en marcha acciones opresoras contra ellos.
¿Cómo lo hicieron?
Lo
comprobaremos si leemos HECHOS 5,
27B-32. 40B-41:
[En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los
apóstoles y les dijo:
- ¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre
de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis
hacernos responsables de la sangre de ese hombre.
Pedro y los apóstoles replicaron:
- Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios
de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de
un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para
otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto
somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron.
Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber
merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.].
En el Imperio Romano se enseñaba: [El emperador es el señor del mundo.].
Los
cristianos no dudaron en oponerse y les contrapusieron este mensaje: [¡Jesús es el Señor de
Señores!].
Roma no tardó mucho en ordenar las persecuciones contra ellos y muchos cristianos
sufrieron el martirio.
Esta
nueva situación era la consecuencia de los argumentos egoístas del poder, éste
los acusaba de que eran perturbadores del orden social pero la realidad era
otra… ¡¡¡Los intereses económicos de los
dirigentes!!!
Han
pasado muchos años pero la realidad nos enseña que en el S. XXI los dirigentes políticos
todavía ordenan “persecuciones” y,
aunque éstas sean de otra índole, la realidad es que la persecución está
presente en cualquier acción injusta, sea cual sea ésta y afecte a quienes
afecte.
En
el pasado eran “intereses económicos”…
¿A quiénes oprimían para conseguir sus objetivos?
Las
capas más desfavorecidas de la sociedad eran arruinadas mientras que los poderosos
cada vez tenían más poder.
En
nuestros días se habla de mejorar las políticas sociales para ayudar a los
desfavorecidos pero cuando acaba el recuento de los votos ya se olvidan de las
promesas y nos administran procurando apuntalar el edificio donde están viviendo
y eso se consigue con presupuestos que reviertan en apoyos para el gobernante, más
deuda pública, menos trabajo y más miseria social para quienes ya vivían agobiados
en las capas bajas de la sociedad.
Cuando
gobiernan prometen pero después, una vez sentados en el sillón, gobiernan aplicando
injusticias de toda índole y así, en nuestros días, estas personas desfavorecidas se convierten en mártires. ¡¡¡Abran la caja
tonta y verán llorar a Venezuela, Sri Lanka y otros lugares, ahí encontraremos
a los nuevos perseguidores!!!
Las
persecuciones comenzaron durante el S. I
y, a finales de él, San Juan
escribió el Apocalipsis para animar y ayudar a los cristianos de las pequeñas comunidades que se habían formado porque estaban sufriendo con las
persecuciones decretadas contra ellos por esta clase de dirigentes, también lo
hizo porque la repetición de esos hechos adversos les hacía pensar que el Señor los había abandonado pero con la muerte y resurrección de Jesús
se derrumbó esta creencia.
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