Colaboración de Paco Pérez
CESTA Y PUNTOS
Los hechos de este relato no se hubieran podido recuperar si Juan Pedro
Castellano Calles “Pachillo” no hubiera viajado al recuerdo mientras
charlábamos una mañana en un banco de “El Paseo”.
El
entorno del “Cementerio Municipal”
siempre estuvo muy concurrido por la chiquillería de la calle “La Luna” pues al no estar urbanizados
aquellos terrenos los niños “luneros”
tenían disponible un espacio que les permitía jugar al fútbol: La pita, el romo, las bolas, el trompo…
Con el paso de los años crecieron estos muchachos
y dejaron de practicar los juegos que tantas disputas y discusiones les
ocasionaron pero esa etapa no fue baldía para ellos porque les regaló unas
amistades para toda la vida. Algunos años después la nostalgia de aquellos días
imborrables les hacía seguir reuniéndose en esos viejos espacios de los juegos
o en las cuatro esquinas famosas del barrio: “El Ratón”, “El Maza”, Rosendo y “El Pelotas”.
En
estos tiempos esas reuniones no se hubieran repetido después pues los jóvenes están tan ocupados con las
nuevas tecnologías que sólo tienen tiempo para las máquinas y no para las
relaciones sociales porque éstas quedan ahora en un segundo plano
intranscendente. En el pasado ocurría lo contrario, ocupaban todo el tiempo
libre de los niños y jóvenes y por eso siguieron reuniéndose en tertulia
estando ya casados.
En
nuestros días, la sociedad no tiene que esforzarse mucho para conseguir lo que
desea de sus padres o para divertirse y sobre todo, ellos sabrán cómo se lo
montan, pero se las apañan bien para llevar en los bolsillos el dinero suficiente.
Antes todo era más complicado pues, como no recibían dinero para caprichos, la
mente trabajaba mucho y los jóvenes se la ingeniaban para hacerse los juguetes o montarse los espectáculos.
Por
haber sido educados en estas diferentes formas de entender la vida después pudieron
ocurrieron los hechos que voy a relatar y sus protagonistas fueron los jóvenes
de antes pero ahora ya no jugaban a la pita
o al burro, por poner unos ejemplos,
pero sí estaban caminando ya por la fase de fumar o darle algún “legüetazo”
que otro a la cerveza o al vino y muchos ya tenían hijos. En
estas tertulias de las “esquinas” o en el “bar” fue donde
nació la sana costumbre de divertirse con la puesta en escena del desaparecido concurso
que TVE estrenó en 1965 con el nombre de “Cesta
y Puntos”. En él participaban los alumnos de bachillerato de distintos colegios
de España, dándose a los
concursantes premios individuales y colectivos.
Un
día estaban en el Bar “Pelotas”, tomando la “Liguera”, los personajes del barrio más expertos en el arte de las bromas y las juergas y no de ellos, Juan,
se acordó de aquel programa que se emitió hacía ya algunos años y les dijo:
-
Mientras le daba al vaso de vino un chupetón he mirado al televisor y me he
acordado de aquel programa de TVE que se llamaba “Cesta y Puntos”… ¡Que gente más lista iba a él!
–
A mí también me gustaba mucho –afirmó José.
Juan tomó de nuevo
la palabra les propuso practicarlo cuando se reunieran en las tertulias del Panteón o en la “liguera”. Al principio no tuvo la propuesta muchas simpatías pero
poco a poco la idea fue tomando cuerpo y acabó siendo aceptada por el grupo.
Cuando pasó el primer escalón convinieron que ahora tenían que darle forma, aquella
noche se la pasaron hablando de cómo lo harían, todo quedó en proyecto y se
marcharon.
Unos
días después la tertulia vio incrementada su plantilla porque asistieron otros
nuevos acompañantes y, cuando fueron informados del proyecto que tenían, se
ilusionaron tanto con la idea que aquella misma tarde comenzaron a ponerla en
marcha, no les hizo falta escribir ningún guión pues tenían una imaginación
extraordinaria. Los que se convirtieron en las estrellas del pasatiempos
fueron: José Losilla Navarro “Joselito Bandoleras”, José Bermúdez Moreno “El Torero” o “Empanadas” y José Miranda
“Martillo”.
Estas
reuniones se popularizaron mucho y durante un tiempo rieron con ellas hasta no
poder más. Aunque todos los que asistían participaban haciendo preguntas quienes
pasaron a la posteridad local por las ocurrencias que tenían al formularlas y por
las respuestas que daban fueron los nombrados anteriormente.
Los
“Josés” se ajustaron al esquema de “Cesta y Puntos”, preguntas y respuestas.
Cuando supieron cómo iban a intervenir en el juego se prepararon para comenzar.
La responsabilidad de actuar como presentador
fue concedida a José Bermúdez y la
de concursante a Joselito.
Todos estaban expectantes, no
sabían por dónde iba a salir José,
y, cuando tomó la palabra, le dijo:
-
Está atento Joselito, que la
pregunta no va a ser fácil, será más bien difícil, pero yo creo que tú la
puedes acertar.
Joselito no se esperó a
que se la hiciera y le dijo:
-
Pues ya está, pues ya está… ¿Qué pasa si es difícil?
José tomó de nuevo
la palabra:
-
Joselito, tú tranquilo que no pasa
nada si es difícil y fallas. Ahora escucha bien que voy a empezar a hacerte la
pregunta…
No
lo dejó empezar y habló de nuevo:
-
Venga chiquillo, venga… Te escucho, empieza ya –insistió Joselito muy nervioso.
–
¡Allá voy! Joselito, si tú vienes de
Mengíbar montado en tu bicicleta y
al pasar por los “Palos Cruzados” te
encuentras al “Bizcocho Viejo” que
está arando en el haza de “Tirantes”…
¿Cómo se llama el “guardagujas” de Las Infantas?
Joselito no se lo
pensó dos veces y le respondió de inmediato con un sin sentido:
-
¡Agujas a real!
La
respuesta inesperada, y la euforia del vino, les hizo tanta gracia que dieron
unas carcajadas enormes.
José, una vez
calmados los ánimos, tomo la palabra de nuevo:
-
Para ser la primera respuesta no está mal pero yo sé que, aunque no es perfecta,
tú puedes hacerlo mejor. Bueno, vamos con la segunda pregunta, esta va a ser
más sencilla: Si un día estás en la aceituna dando palos, pasa un pájaro y te
caga en la oreja… ¿Tú qué le dices?
–
¡Cagón, me cago en tus muertos!
Otro
día no se presentó “El Torero” y José Miranda “Martillo” se ofreció para
hacerle a Joselito las preguntas, si
él quería, y éste aceptó.
Pepe era muy
exagerado para hablar y reír cuando estaba de cachondeo pero cuando estaba en
su trabajo de conductor del autocar siempre mostraba una personalidad
totalmente diferente… ¡Entonces era más
serio que una estaca!
Antes
de comenzar Pepe informó a todos que
sus preguntas no serían como las de “El
Torero”, las suyas serían “Barbales”.
Todos
quedaron sorprendidos y uno le preguntó:
-
¿Qué es eso de preguntas “Barbales”?
Pepe le aclaró sus
intenciones:
-
Unas preguntas especiales con las que sabremos si a Joselito le tiembla la barba o no.
-
¡“Martillo”, a mí no me tiembla la
barba! – le respondió Joselito muy
cabreado.
Antes
de que Pepe empezara a proponerle la
pregunta Joselito adelantó la cabeza
y se cogió la barba con la mano.
Pepe, aguantándose
la risa, le dijo:
–
Joselito, si vas buscando “nios” de “pajarraco habero” por las olivas de “Pestazo” y te encuentras a una bicha
que está jugando a la pita con un mosquito…
¿Cómo está el vino del Bar “El Maza”?
–
¡Aguaooo!
Pepe dio un voz
muy grande y le dijo a Joselito:
-
¡Muy bien Joselito, te has ganado
tres puntos y dos granos de maíz!
En
otra ocasión la tertulia se vio aumentada con Andrés Adán “El Mudo”.
“El
Torero”, como era tan especial, comenzó a canturrear alrededor de Andrés para arrancarlo, lo consiguió y
éste lo que hizo fue emitir algunos sonidos.
Joselito, que
observaba muy atento lo que hacía Andrés,
dijo:
-
¡Pues no canta tan mal para ser “mudo”!
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