Colaboración de José Martínez Ramírez
¡PARA
QUE NO ENTIERREN ESE RECUERDO!
Cuando
ve por la tele
quejarnos
de este encierro
Don
José Ortega Lara,
sonríe
sin desprecio,
toma
un sorbo de agua,
pide
a Dios su ministerio
y
recuerda aquellos días
mirando
fijo al suelo.
Soledad
de compañera
el
sol fue su sueño,
algún
ruido su ilusión,
su
marmita de desechos
y
otra su alimentación.
La
procesión por dentro,
la
humedad del río Deva,
el
hijo de su consuelo
algún
recuerdo salvador,
que
buscaba frenético
en
el zulo de Mondragón.
Una
vez puesto el huevo
y
muy bien guardado,
los
reptiles del secuestro
a
través de sus colegas
hoy
socios del gobierno.
Siempre
hubo reptiles
pero
con menos veneno.
La
Guardia Civil pateaba
montes
y ríos con anhelo,
poco
descanso, sin dormir,
aquello
se hacía eterno.
Me
lo han contado a mí
guardias
de mi pueblo,
fue
un guardia civil
que
quitándose el sombrero,
en
Cooperativa Jalgi,
con
astucia y con esmero
ordeno…
¡Quitad eso de ahí!
¡Decídselo
a ese sujeto!
Y
el zulo apareció,
con
Ortega Lara dentro.
Y
en venganza asesina,
en
fatídico intento
para
dañar a la vida,
ahí
estaba ese portento,
se
llamaba Miguel Ángel,
nunca
vi unido un pueblo.
Blanco primer
apellido
Y
Érmua era su pueblo,
dónde
está hoy esa gente
que
dejan al Gobierno
depender
de esos seres…
¿Es
que no existe el recuerdo?
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