sábado, 23 de mayo de 2020

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Colaboración de Paco Pérez
¿CÓMO LA ENTENDEMOS?
Cuando hablamos del CIELO lo hacemos guiados por la terminología que hemos interiorizado desde pequeños sobre un LUGAR, tenemos esa idea porque a diario hablamos de nuestra casa, el lugar donde vivimos; el templo parroquial, un lugar de oración; el bar, un lugar de ocio… No sabemos cómo es el CIELO pero nos imaginamos que será un LUGAR mejor que los que aquí tenemos. Se nos ha grabado este mensaje con las enseñanzas recibidas desde pequeños y porque en las escenas pintadas sobre la Ascensión de Jesús los personajes aparecen mirando hacia arriba, donde lo hemos ubicado.

Con esta metodología el concepto Cielo se coló entre nosotros como el lugar ideal al que queremos ir algún día porque en él habitan el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, los ángeles buenos y las personas que pasaron por la Tierra haciendo el bien. Luego, como ellos están allí… ¿Es malo desear estar algún día junto a ellos?
Pasan los años y se nos explica de manera diferente el CIELO y así es cómo aprendemos ahora que el formato usado por los evangelistas era la consecuencia de haber sido educados en una cultura que utilizaba al hablar o escribir unas expresiones con las que explicaban los temas de manera diferente pero más entendibles para la cultura de las personas de aquel tiempo pero ahora la realidad es otra bien distinta pues en el CIELO, afirman los entendidos,  no existe el tiempo, la distancia o el espacio.
La Ascensión, igual que la resurrección, debemos entenderlas como hechos extraordinarios en los que Jesús no retorna al modelo de vida humana que tuvo antes de morir aunque durante esos cuarenta días también les hablara, comiera con ellos, se dejara tocar… Al resucitar fue elevado junto al Padre y constituido Señor y juez universal.
¿Por qué se narran las escenas tan detalladamente?
Para hacer más grande la figura de Jesús y enseñarles que en ese acto retornaba al lugar de donde partió. También, para mostrarnos el hecho real de que los discípulos nunca habían sido bendecidos por Jesús y que tampoco lo habían adorado. La razón por la que tal vez no lo hicieran antes fue porque no habían comprendido quién era y ahora sí se habían dado cuenta de su grandeza.
Jesús convocó a los discípulos en Galilea y una vez allí, al verlo, se postraron ante Él pero lo hicieron con dudas. Les hizo ir a la tierra de los gentiles, y no al Templo de Jerusalén, donde estaba el centro religioso de Israel… ¿Por qué?
No lo explicó pero tendremos que guiarnos por sus enseñanzas y entonces, tal vez, podamos deducir que como Él oraba en cualquier lugar, denunciaba las prácticas del Templo, se mezclaba con los necesitados, no marginaba, predicaba y curaba a todos, daba de comer al hambriento… Por estos argumentos es posible que aquel lugar fuera el más indicado para despedirse y darles el mensaje final. 
Les habló de los poderes que le habían sido dados para actuar en el Cielo y en la Tierra, les pidió que evangelizaran en todos los lugares y que lo hicieran en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; que enseñaran todo lo que habían aprendido a su lado y que estaría con los hombres hasta el final de los tiempos.
La Ascensión ocurrió delante de los discípulos pero no como un hecho majestuoso sino rodeado de naturalidad y podría entenderse como una despedida de familiares en una estación, en este caso Él se fue y ellos permanecieron allí observando cómo se alejaba para regresar junto al Padre, donde estaba antes de venir a visitarnos, y lo hizo después de enseñarles que lo importante era la predicación de la palabra y la puesta en práctica.
Así dejó trazado Jesús el camino a las personas de todos los tiempos y, después los discípulos cargaron con la dura tarea de poner en marcha el proyecto que Él había empezado.
Los que presenciaron el hecho quedaron atontados y dos hombres los sacaron de esa situación para aclararles lo ocurrido, confirmarles dónde se encontraba ahora, anunciarles que no los abandonaría y que regresaría al final de los tiempos.
Un tiempo después Pablo les describió la grandeza del Padre y les habló de: Los dones que necesitaban para asimilar su mensaje de esperanza, sabiduría y revelación; la gloria que, por herencia, tiene destinada para las personas y la grandeza de su poder. Todo esto gracias a la fuerza que puso en acción para que Jesús fuera rescatado de la muerte, resucitado y elevado al Cielo lleno de poder sobre lo que hay y haya, quedando la IGLESIA bajo su protección para que continuara su obra.

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