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miércoles, 20 de mayo de 2020

UN DÍA DE CAZA


Colaboración de José Martínez Ramírez
PARA ANGEL LOPEZ CASTILLO
Cazando perdiz en mano
tiene alas en los pies,
y en el alma un desengaño
de una perdiz que cacé
hace ya más de mil años
por Peñacostada fue.
¡La virgen, cómo volaba,
no sé cómo le disparé!

El caso es que él me miraba
igual que yo lo miraba a él,
fue un milagro, una granada
en un gran árbol de papel,
una jornada muy rara,
tan rara como un ciempiés,
nunca le dije que dispara
mejor que yo y otros diez.
Al viento y al sol ama
como quiere a su mujer,
ver la su tierra mojada
y a su perra Kira correr.
Nada como una mañana
de caza y ver amanecer,
cuando el pájaro canta
y, de la cabeza a los pies,
temblorosa ya el alma,
es abril, ya está la mies
cubriendo en sus entrañas
la perdiz que vivió ayer,
cuidando de  su pollada
erguido como el ciprés.
Entre el trigo una sola
que grandes, ella y el
una, por ser amapola
y el trigo por ser quién es.

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