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lunes, 21 de septiembre de 2020

MARISÚS

                                            Colaboración de José Martínez Ramírez

Acaba de llegar a las filas de mis musas intangibles

María Jesús Zapata.

Llegó

a las aguas de la charca,

las lavó con su cara

una tarde cerca del rincón.

Compró

una rosa Ingrid Bergman,

que al tocar su piel morena

de madrugada, tembló.

Amó

a Málaga la bella,

y a la sombra de su sierra

su color la embriagó.

Entregó

a un mendigo en la Caleta

uno de cinco en su cartera,

su único billete le dio.

Vio

anunciado en el cartel

a José Tomas el matador,

y la rosa le lanzo

con la sangre a flor de piel.

Cogió

arena del albero,

la besó con sentimiento

y al viento la brindó.

Rezó

a la Esperanza Macarena

con mantilla y peineta,

y en Triana se cruzó,

devolviéndole la rosa

el insigne matador.

Adiós

dijo con la mano abierta.

La rosa en su melena

dibujaba un corazón.


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