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sábado, 7 de noviembre de 2020

LA MUJER EN EL JUDAÍSMO

 Colaboración de Paco Pérez

EL CAMINO DEL REINO

El papel de la mujer en la familia y en la sociedad estaba tipificado y todos conocían qué debía hacer ella y qué no. Ocupaba una posición inferior a la del varón, el padre decidía sobre su vida futura y ella no podía elegir, sus obligaciones con él eran mayores que las de sus hermanos pero sus derechos estaban detrás de los de ellos. Esta realidad no impedía que la mujer tuviera un gran valor para su familia, era un tesoro que perdían cuando al casarse la entregan al esposo y en ese momento ella se convertía en un bien para él; las solían casar a una edad temprana, desde los doce años.
Antes de la ceremonia, ambas familias hablaban de la dote que aportarían a los futuros esposos e incluso lo que recibiría ella en caso de separación o viudedad y si moría el novio antes de la boda ella era considerada como viuda. Si el padre de la novia exigía mucho su postura era muy valorada por la familia del novio porque ante la sociedad quedaba claro que la nueva mujer que se incorporaba a su familia tenía un gran valor.
Culminados los acuerdos el novio y sus amigos se dirigían a la casa de la novia cantando y bailando, allí los esperaba ella y sus amigas para desde allí ir hasta la casa del novio
para continuar con el ritual, una celebración en la que se comía, cantaba… ¡Algunas duraban más de una semana!
Cuando el hombre acusaba a la mujer de adúltera, antes o después de consumarse la unión, ella podía ser condenada pero necesitaba que dos testigos afirmaran que los hechos eran ciertos, por eso había pocas lapidaciones.
Desde pequeñas eran educadas para realizar las labores de la casa pero también ayudaban al esposo en los trabajos de su profesión y, a pesar de ello, el hombre la consideraba como un objeto destinado a darle descendencia y a satisfacer sus necesidades maritales pero no la trataba con el cariño y el respeto que se merecía por ser su esposa y la madre de sus hijos e hijas.
¿Era necesario comenzar recordando estos breves apuntes históricos?
Sí, porque nos ayuda a comprender en Mateo 25, 1-13 la parábola que les puso.
Como la negociación de la dote, a veces, duraba más de lo previsto pues por esa razón se retrasaba el comienzo de la ceremonia, el novio y sus amigos tardaban en ir a la casa de la novia y, por esa razón, ella y las amigas tenían que esperar.
Tomando esta referencia costumbrista Jesús les propuso la parábola para hablarles de la responsabilidad que deben tener las personas en su vida diaria para que cuando llegue el momento de presentarse ante Dios hayan cumplido bien y entonces Él los acoja en el Reino.
En la parábola, la respuesta de las personas ante el mismo acontecimiento no fue la misma y por esa razón las consecuencias que se derivaron de esas diferentes respuestas ocasiono que después también fueran distintos los beneficios. Hubo esposas prevenidas y otras despreocupadas, como es lógico quienes se tomaron la molestia de actuar con corrección entraron en la fiesta y quienes se olvidaron de sus responsabilidades no pudieron entrar.
Es una llamada a la responsabilidad y al compromiso cristiano con Jesús y el prójimo, no podemos dar la espalda a nuestras obligaciones, seríamos los necios de la parábola.
La sabiduría es un don que Dios concede a las personas que se muestran ante Él sin egoísmos. El autor de este libro, se supone que fue Salomón, sabía bien cómo era ella y qué nos regala, por eso nos aconseja: Pedirla en la oración pues es el origen de los bienes que podemos recibir. Para lograrla deberemos quererla, mostrarnos interesados en que nos visite y, si acude, cuidarla dejándonos guiar por sus consejos y orientaciones, así no la perderemos.
Con el paso de los años, Salomón abandonó la senda del Señor, ya no actuaba con justicia y, como no se guiaba por el don que Dios le regaló, lo perdió todo porque se olvidó de tener preparado aceite y la lámpara se le apagó.
La muerte era entendida, y aún lo es por algunas personas, como el final de la vida y en ese enfoque no hay espacio libre para la esperanza del encuentro con Dios en el Reino.
Si la enfocamos partiendo de la experiencia que vivió Jesús entonces tendremos la certeza de que si Él resucitó y subió junto al Padre nosotros también lo haremos después de morir porque somos sus hermanos e hijos del Padre. Aquellos que murieron antes de Jesús también recibieron ese reconocimiento, porque éste es para todos.

 

 


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