Colaboración de Paco Pérez
CABECILLA Y SU MADRE
Capítulo II
Capítulo II
En
Villargordo, cuando yo era un niño,
vivía un señor que era conocido como Antonio
“Cabecilla”, era tío de Juan “El Rucho” y su profesión era la de pastorear el ganado lanar.
Es
posible que la edad que se reflejaba en su partida de nacimiento fuera mayor
que el desarrollo mental que mostraba cuando hablaba con las personas pues en
las conversaciones que tenía con ellas pronunciaba unas ocurrencias tan
inocentes que causaban mucha gracia a quienes las escuchaban y por eso aún las
recuerdan los mayores que tuvieron algunas relaciones directas con él.
Antonio vivía en la
casa de sus padres y se cuenta que en una ocasión, cuando regresó del trabajo,
se encontró a su madre sentada junto a la lumbre y, como escuchó unos gemidos,
se acercó hasta ella y entonces descubrió que estaba llorando. Le dolió verla
en esa situación y le preguntó:
-
Mama… ¿Por qué lloras?
Ella
siguió gimiendo y como con su pena no podía contestarle él volvió a
preguntarle:
-
Mama… ¿Quién te ha pegado?
La
madre logró serenarse cuando vio la preocupación de su hijo y le contestó:
-
Nadie me ha pegado.
–
¿Entonces por qué lloras? –insistió él.
–
Porque como no he podido pagar la letra de la máquina de coser pues me la han
embargado y se la van a llevar –le explicó ella.
La
respuesta de su madre no le causó disgusto, rápidamente le encontró solución al
problema y se la comunicó:
-
Pues quítale el “caguete” (carrete).
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