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lunes, 1 de febrero de 2021

HISTORIAS CONTADAS A LA LUZ DEL CANDIL

                                            Colaboración de Paco Pérez

CABECILLA Y SU MADRE
Capítulo II
En Villargordo, cuando yo era un niño, vivía un señor que era conocido como AntonioCabecilla”, era tío de JuanEl Rucho” y su profesión era la de pastorear el ganado lanar.
Yo guardo unas imágenes muy imprecisas de él pero creo poder afirmar que su apodo era debido a que tenía la cabeza de un tamaño inferior al normal, una estatura baja, vestía con chaleco sin mangas, la cabeza la cubría con una boina y llevaba gancha.
Es posible que la edad que se reflejaba en su partida de nacimiento fuera mayor que el desarrollo mental que mostraba cuando hablaba con las personas pues en las conversaciones que tenía con ellas pronunciaba unas ocurrencias tan inocentes que causaban mucha gracia a quienes las escuchaban y por eso aún las recuerdan los mayores que tuvieron algunas relaciones directas con él.
Antonio vivía en la casa de sus padres y se cuenta que en una ocasión, cuando regresó del trabajo, se encontró a su madre sentada junto a la lumbre y, como escuchó unos gemidos, se acercó hasta ella y entonces descubrió que estaba llorando. Le dolió verla en esa situación y le preguntó:
- Mama… ¿Por qué lloras?
Ella siguió gimiendo y como con su pena no podía contestarle él volvió a preguntarle:
- Mama… ¿Quién te ha pegado?
La madre logró serenarse cuando vio la preocupación de su hijo y le contestó:
- Nadie me ha pegado.
– ¿Entonces por qué lloras? –insistió él.
– Porque como no he podido pagar la letra de la máquina de coser pues me la han embargado y se la van a llevar –le explicó ella.
La respuesta de su madre no le causó disgusto, rápidamente le encontró solución al problema y se la comunicó:
- Pues quítale el “caguete” (carrete).
 
 

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