Colaboración de Paco Pérez
AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO, EL FRUTO
La
muerte de Jesús atemorizó a los discípulos y seguidores y se encerraron
por miedo a las represalias pero después de la resurrección de Jesús experimentaron
un proceso de transformación que les hizo no tener miedo y a no estar
escondidos, daban la cara por Jesús
y divulgaban su mensaje… ¿Por qué cambiaron?
Porque
recuperaron la fe perdida cuando se les apareció, un hecho real, comprendieron
bien lo ocurrido y supieron con certeza quién era Él. Este suceso nos enseña que cuando una persona conoce a Jesús, de verdad, ya lo ama profundamente
siempre y sigue proclamando quién es, el Hijo
del Padre. Cuando se llega a
este convencimiento ya es fácil amar a
Dios y cumplir con los mandamientos
pues nos empuja la fe y podemos vencer las dudas que nos
acechan sobre Él.
Así
quedó establecida la relación entre el amor a Dios y a los hermanos. Los
apóstoles, cuando comprendieron esta realidad, ya no tuvieron dudas y con sus
seguidores formaron una comunidad muy unida en la que todos se ayudaban, quienes tenían alguna
propiedad la vendían y lo que recaudaban se repartía para que nadie pasara
necesidades, oraban y celebraban el
culto.
Tomás creyó cuando
vio y su comportamiento nos enseña que los hechos tangibles convencen a
las personas y por esa realidad, como vivimos en un mundo donde creer en Dios
es complicado al no ocurrir esos hechos que nos hagan visible la acción
silenciosa de Dios sobre nosotros, eso hace que nuestra fe sea poca o ninguna y, también, porque
no conocemos suficientemente a Jesús y al Padre. Otra realidad que debemos valorar es que han pasado muchos años desde que Jesús resucitó y eso ha hecho que la cristiandad ya no esté tan convencida del hecho religioso como lo estaban los
primeros cristianos por haberlo vivido en directo, la práctica se ha
empobrecido y así, comprender ahora correctamente quién es Jesús, no es fácil… ¿Qué nos ocurre
para que la fe esté tan débil?
La
sociedad está sumida en una crisis profunda de valores, la que está deteriorando los pilares
fundamentales de la vida: familia, religión, amistad, justicia, responsabilidad, integridad, honradez…
Hoy
ya no basta con decir que somos creyentes sino practicarlo y para ello tendremos
que clarificar nuestra idea de Dios
pues podemos creer que lo somos, no ser verdad y estar agarrados a cualquiera
de los dioses que a diario se acercan a tomar café con nosotros: Un vendedor de cupones que trabaja ofreciéndonos
la oportunidad de ser millonarios y lo compramos, una cadena de televisión que nos proyecta imágenes escandalosas de las
personas sin ningún pudor y no la apagamos, un sistema judicial que, a veces, actúa con más sombras que luces
cuando aplica las leyes y cambiamos nuestro voto, una corrupción casi masificada que nos invita a seguir el ejemplo de
quienes delinquen para enriquecerse porque no les pasa nada y seguimos su
ejemplo, un despilfarro en los recursos públicos y nosotros en casa…
Estos procederes han sido el fruto de esa crisis y, como estamos desnortados,
ya no es suficiente con cualquier medida.
Quienes
nos sentimos cristianos debemos saber que en estos tiempos no nos basta con
creer en cualquier dios, necesitamos descubrir
cuál es el verdadero y para ello
deberemos abrir la puertas de nuestro corazón a la VERDAD que emana del Padre
para que ella nos traiga la FE, trabajemos por el Reino de Dios y
después podamos ofrecerle al Padre los frutos de nuestro correcto
actuar. No podemos vivir encerrados en nuestro interior porque la sociedad
necesita conocer nuestra experiencia vital sobre quién es Jesús.
La
FE nos hará abandonar las TINIEBLAS si reconocemos a Jesús como Hijo del Padre y le
seguimos. La de Tomás necesitó
pruebas tangibles… ¿En qué situación está la nuestra para dar TESTIMONIO?
Creer
en Jesús nos debe llevar a creer en Dios
y así, quienes aman al Padre,
también amarán al Hijo. Si somos
hijos/as de Dios también seremos
hermanos/as de Jesús y deberemos
amar a todas las personas. La salvación
que buscamos está relacionada con el amor
a Jesús. No es fácil para las personas entender esta necesidad pues para amar a los demás debemos estar cargados
de fe… ¿La tenemos realmente o creemos que la tenemos?
Se
habla de crisis religiosa pero yo me pregunto… ¿Es verdadera esa afirmación o está en el mismo nivel de siempre?
Yo
creo que está igual –salvando la distancia temporal y las excepciones
personales- porque siempre hubo crisis, la hay y la habrá. Ésta no se
solucionará mientras no demos los pasos que hagan cambiar el modelo actual.
Las
personas suelen afirmar, en momentos puntuales, que su comportamiento se debe a
que tienen fe en Dios pero… ¿En qué Dios?
Planteo
esta interrogante porque sabemos que a diario nos topamos con muchos dioses y
entonces, empujados por esa afirmación, deberemos decidir cuál es el verdadero
y cuáles no.
Antes
de Jesús, los hombres se confundían
con facilidad a la hora de identificar al Padre
porque, guiados por sus miedos o por
las ambiciones personales, construían su creencia sobre cualquier
“dios” que le presentaban y, como es
lógico, este formato religioso no tenía nada que ver con la realidad de Dios que nos mostró Jesús cuando les regalaba sus ejemplos
de vida.
Para
conocer mejor el hecho religioso debemos empezar por leer la Biblia… ¿Nos hemos planteado alguna vez
hacerlo para fijarnos bien en lo que hizo Jesús
y por Él conocer al Padre y lo que desea que hagamos?
Quienes
no lo han hecho están perdiendo la
oportunidad de aprender que se preocupó de las personas que
sufrían, de los que caminaban perdidos, de los pequeños indefensos, de dar
acogida a quienes no tenían aposento, de comprender sus problemas, de
perdonarles sus errores, de amarlos… Con estas acciones nos enseñó a construir
un mundo más humano en el que todos pudiéramos disfrutar de una vida digna y
dichosa, sin olvidarnos de los últimos. Lo dijo Jesús: [Una religión que va
contra la vida, o es falsa, o ha sido entendida de manera errónea.].
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