sábado, 1 de mayo de 2021

LA VID, LOS SARMIENTOS, EL AGRICULTOR, LA PODA…

                  Colaboración de Paco Pérez

Si contextualizamos el evangelio encontraremos la importancia que en Israel tenían la vid, el olivo, la higuera y otros frutos del campo. Hay textos que nos presentan la información en sentido literal y otros en sentido figurado, en cada uno de ellos hay que interpretar a quién o a qué se refiere. Ejemplo: En Oseas 10,1 leemos: [Israel es una viña frondosa que da fruto proporcionado; pero a medida de la abundancia de su fruto, hizo multiplicar sus altares y, a medida de la riqueza de su tierra, hizo ricos a sus cipos.].
El profeta empleó un sentido figurado cuando presentó a Israel como una buena plantación que daba frutos abundantes pero también anticipó que, a pesar de ello, la proliferación de otros dioses generaba el egoísmo entre los miembros de la comunidad.
Otro ejemplo lo encontramos en el pueblo de Israel cuando vivió errante y un día divisó la tierra de Canaán, Moisés envió a Josué con unos hombres a reconocerla, volvieron de su misión y trajeron una muestra de su riqueza, lo encontramos en Números 13,23: [Y llegaron hasta el valle de Escol, cortaron un sarmiento con racimos de uvas, que trajeron dos en un palo, y granadas e higos.].
En este texto se emplea un sentido literal pues se limita a confirmar la riqueza que les esperaba en la tierra que se les había prometido durante años y de la que ya estaban cerca.
Juan escribió el texto del evangelio en sentido figurado y lo hizo como un relato alegórico en el que se habla de una “VIÑA” y del “AGRICULTOR”, el PADRE; de las “VIDES” que en ella hay, JESÚS; de los “SARMIENTOS” que éstas generan para poder dar abundante fruto, las personas del “PUEBLO de ISRAEL”; de los cuidados que se dan a los sarmientos para que la producción sea buena, cortar los que no rinden, y conseguir mantener así un buen rendimiento para que el “PADRE” esté contento.
Dios siempre se encargó de cuidar su “VIÑA” y para ello limpiaba el terreno eliminándole las hierbas malignas, los pueblos invasores de Israel que los deportaron y, cuando las condiciones fueron las mejores, los repatrió a la “tierra prometida”.
No debemos olvidar que cada protagonista tiene adjudicado el papel que debe cumplir, el Padre nunca nos falla pero… ¿Le fallamos nosotros?
En esta alegoría se nos invita, como sarmientos que somos, a permanecer unidos a la vid, Jesús, para seguir dando buenos frutos porque de lo contrario el labrador, el Padre, tendrá que podarnos al comportarnos como sarmientos improductivos y después quemarnos.
La vida real nos enseña que las plantas, la vid lo es también, deben recibir periódicamente una limpieza de las ramas o de los sarmientos improductivos porque de no hacerlo así se convertirán en plantas ornamentales y en esas condiciones no son rentables para los labradores. Según el evangelio… ¿Lo aguanta el Padre?
Jesús se manifestó al pueblo empleando aquella forma tan especial que tenía de actuar, decir y hacer. Si formó una comunidad fue para que siguieran su ejemplo y formaran un grupo sin fisuras, se movieran empujados por la verdad y la justicia, en el que todos arrimaran el hombro y caminaran guiados por una idea… ¡Después de Jesús, toda actividad estará inspirada en su ejemplo, todos seremos pueblo de Dios y lo demás será falso!
Después de Jesús, los miembros de las primeras comunidades cristianas andaban muy cautelosos con quienes no conocían porque los enemigos de aquella primitiva Iglesia estaban vigilantes para acusarlos y condenarlos. Pablo había destacado por perseguir con energía a los cristianos y por esa razón, cuando llegó a Jerusalén, no se fiaron al principio de él. Como lo acompañaba Bernabé, éste se lo presentó y entonces creyeron en su cambio porque supieron lo que le ocurrió viajando a Damasco.
En Jerusalén predicó sin miedo la doctrina de Jesús, dialogó con los judíos de origen griego y éstos se propusieron eliminarlo. Cuando se enteraron los compañeros lo sacaron de la ciudad e impidieron así que muriera. Con esta acción quedó patente que la Iglesia iba creciendo y ya gozaba en Israel de organización y de una excelente unión.
Juan nos habla del amor que debemos tener al prójimo y nos recomienda que esté empujado por un profundo amor a la verdad y aplicado con la práctica que nos enseñó Jesús.
Quienes lo hacen así duermen en paz porque su conciencia está tranquila, Dios está a su lado y les concede todo lo que le piden porque cumplen sus mandamientos.
 
 
 

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