sábado, 12 de febrero de 2022

LOS ÚLTIMOS

 Colaboración de Paco Pérez

LA GRAN PREOCUPACIÓN DE JESÚS

Cuando viajamos, a veces, el camino que llevamos se bifurca y entonces nos veamos obligados a detenernos bruscamente para decidir cuál es el que debemos tomar… ¿Actuamos así en todas las situaciones que la vida nos presenta?

Jeremías orientaba a las personas para que supieran elegir el verdadero camino, les aconsejaba que no confiaran demasiado en los hombres y, sobre todo, que no se acercaran demasiado a quienes tenían la riqueza y el poder. Lo hizo para evitar que les ocurriera como a los poderosos, que vivían demasiado agarrados a las cosas terrenales y demasiado apartados de Dios.

Para convencerlos que necesitaban cambiar les habló así: Quienes viven rodeados por la aridez del desierto padecen las consecuencias extremas de ese medio y quienes se alejan de Dios después se sienten desorientados. En el lado opuesto están quienes tienen a Dios cerca, a éstos les ocurre como a las plantas que viven junto a una corriente de agua, crecen con facilidad y no temen a los periodos de sequía. Él tenía claro que Dios facilita las cosas a quienes se le acercan.

Pasaron los años y la sociedad en que vivió Jesús seguía teniendo los mismos problemas religiosos, económicos y políticos, es decir, no sirvieron al pueblo las advertencias de Jeremías. Esta realidad nos demuestra que los tiempos y las personas son diferentes pero los problemas que antes azotaban a la sociedad siguen presentes entre las personas de todos los tiempos porque nadie hace nada para ponerle remedio.

No hemos cambiado porque no escuchamos el consejo de detenernos en las bifurcaciones cuando tenemos que elegir pues es más cómodo continuar por la ruta del EGOÍSMO, el culpable de todo. Lo hacemos así porque comprobamos que la acumulación de RIQUEZA da seguridad, bienestar, vida cómoda… Por esta realidad la ruta equivocada se ha convertido en el camino habitual y la situación creada está ocasionando que la mayoría sólo puedan hacerlo por las que están llenas de peligros y dificultades pues, por las prácticas egoístas del poder, son empujados hasta una situación de POBREZA extrema, la que cada día afecta a más personas.

¿Qué legado dejarán al morir quienes practican durante su vida el insano deporte de acumular “riqueza”?

Un “capital” que puede ser cuantificado pero… ¿Es medible la “pobreza” que ocasionan con su irracional y enfermizo deseo de acumular? ¿Se puede cuantificar el número de personas que mueren cada día por no poder comer o dormir dignamente debido al desequilibrio que ocasionan a diario estos personajes con sus movimientos bursátiles?

En tiempos de Jesús los representantes de Roma agobiaban a las personas con sus impuestos, les ocasionaban el no poder pagarlos y tenían que vender los campos con los que se alimentaban, se asalariaban para seguir viviendo mal, otros pasaban a la indigencia, las viudas hacían lo que no querían para sustentar a sus huérfanos… Por estas realidades, Él les habló de las diferencias sociales que afectaban a las personas de su tiempo, les anunció que después todos irían a la presencia del Padre y que quienes aquí vivieran en la opulencia, rieran y fueran saludados al pasar por la posición social que tenían después, cuando viajaran al Reino, allí todo sería diferente y se cambiarían los papeles.

¿Merece la pena luchar para que la sociedad rectifique sus errores y todo cambie?

Creo que sí y en Pablo encontramos la respuesta pues nos recuerda que la resurrección de Cristo es una verdad que no debemos poner en duda porque, si lo hacemos… ¿Qué sentido tendría nuestra lucha por lo correcto ahora si después no encontraremos allí la respuesta correcta a nuestro sacrificio aquí?

Les hizo este planteamiento porque algunos dudaron de que los muertos resucitarían y él les razonó que si eso era así entonces Cristo tampoco resucitó, los muertos seguirían con sus pecados y la creencia que tenemos sobre lo que nos espera después de morir, en el Reino junto a Él, quedaría sin final feliz.

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