viernes, 3 de noviembre de 2023

JESÚS DECÍA Y HACÍA

 Colaboración de Paco Pérez

LAS PERSONAS DICEN Y NO HACEN

Jesús denunció el mal comportamiento de quienes enseñaban el camino del Reino porque no hacían lo que decían, les puso como ejemplo a los escribas y fariseos y les aconsejó no fiarse de las personas que hacían como ellos.

A quienes guiaban la espiritualidad del pueblo les pedía coherencia para no confundirlos y a las personas les aconsejó tener espíritu crítico para no dejarse llevar por los planteamientos equivocados de quienes, anteponiendo sus intereses al bien común, sólo se preocupaban de recibir alabanzas y de ocupar los primeros lugares.

Han pasado muchos años pero tengo la impresión que seguimos practicando cumplimientos que, para mí, no tienen nada que ver con las enseñanzas de Jesús. Él actuaba y así nos mostraba el camino y su opinión sobre el comportamiento humano equivocado.

Opinar para mejorar lo que hay, no es ir en contra de nada ni de nadie sino tener el deseo de prevenir a otros sobre la verdadera intención de quienes gobiernan torcidamente nuestras vidas cuando adaptan a sus intereses las propuestas de Dios, es decir, divulgan las suyas pero no las de Él. Los escribas y fariseos daban relevancia a lo que no era importante, pasaban de puntillas sobre las cosas esenciales de la vida porque no habían comprendido la auténtica dimensión del mensaje de Cristo y porque se creían en posesión de la verdad y del conocimiento de Dios.

La prueba de que a Dios siempre le preocupó el hombre está en el texto donde el profeta Malaquías reprende a la clase sacerdotal por el incorrecto comportamiento que habían tenido en el cumplimiento de las normas que Dios les estableció y cómo habían arrastrado con él a otros. En nuestros días… ¿Tiene validez ese texto?

Opino que sí porque hay vigentes algunas prácticas que sólo son “tradiciones”, así lo interpreto cuando leo Éxodo 20, 1-5.

Daremos culto a Dios siendo justos con el prójimo y abandonando las prácticas que no son bíblicas.

Pablo nos muestra la experiencia misionera que tuvo con los cristianos de Tesalónica y destaca de ella el gran valor que tuvo el AMOR, el elemento que debe resplandecer en las relaciones de los hombres pues sin él no podremos convencer a quienes nos escuchan haciendo otra cosa o intentando imponerles nuestras ideas por la fuerza.

 

 

 

 

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