Colaboración de Paco Pérez
¿LE RESPONDEMOS?
De
Dios recibimos la FE y
después tenemos que cuidarla… ¿Lo
hacemos?
Vivimos
la religiosidad como espectadores y con poca práctica, lo contrario que Jesús. Santiago decía que “La fe sin obras es muerta”. Luego, en
función de la cantidad que tengamos, nuestra respuesta será positiva o no.
Abraham nos enseñó que no debemos malgastar la FE ni perder el tiempo haciendo cosas irrelevantes. Él tuvo confianza plena en el Señor obedeciendo, respondiendo a su llamada y lo premió.
El
nivel de FE personal se manifestó al
recibir una doctrina nueva que intentaba cambiar las formas tradicionales de
entender el hecho religioso y las relaciones humanas. Su aparición tuvo
éxito al hablarles con un estilo
sencillo y entendible y, además, haciendo
cosas que sobrepasaban el poder humano: curándolos,
dándoles de comer… Un tiempo después
Él se percató de que esas acciones los
atraía pero sin comprender quién era y porqué les ayudaba, realidad que también
afectaba a quienes lo acompañaban a diario, los discípulos. Por esta razón, Jesús
subió al Monte con Pedro, Santiago y Juan… ¿Por qué les concedió a éstos el privilegio
de asistir al acto de la Transfiguración?
Porque
ellos fueron quienes más resistencia ofrecían, entre los discípulos, a la comprensión
del mensaje. Lo identificaban como el Mesías
pero no en el plano espiritual y sí como
un guerrero poderoso que los libraría
de la opresión de los romanos.
Cuando
conocieron en el Monte su condición
divina y qué le ocurriría después quedaron fascinados y su FE en Dios se consolidó. Abandonaron las
viejas costumbres, comprendieron su
misión, qué debían hacer ellos, las
consecuencias que les vendrían por
ello y que tendrían que guardar silencio
sobre lo presenciado.
Debemos
subir al Monte para encontrarnos con la realidad de Dios, poder consolidar nuestra
FE y así empujarnos para mostrarnos
solidarios con la necesidad del que padece, denunciar las injusticias que hunden a unos y elevan a otros, vivir con
sencillez y nula ostentación, a no buscar
el poder para servirnos sino
para ayudar al que lo necesita…
Pablo opinaba que Dios siempre está al lado de las
personas y que, estando convencidos de ello, nadie nos hará daño… ¿Por qué lo afirmaba con tanta vehemencia?
Porque
consideraba que si Él permitió que
su Hijo muriera para salvarnos después
de ese gesto con nosotros no va a estar esperando que cometamos algún error para
juzgarnos y condenarnos.
Si
creemos, de verdad, que Dios está
con nosotros… ¿Por qué tenemos tanto miedo
a encontrarnos con Él? ¿Por qué
buscamos nuestra seguridad en la materialidad y no en Él? ¿Por qué somos tan violentos cuando se nos
tuercen los caminos o mientras intentamos dar solución a los problemas?
La
respuesta es lógica, porque no confiamos
en Él plenamente.
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