sábado, 27 de septiembre de 2025

EL RICO BANQUETEA AQUÍ

Colaboración de Paco Pérez

EL POBRE EN EL REINO

DOMINGO 26 C

TEXTOS, para meditarlos:

1ª LECTURA: Amós 6, 1ª. 4-7

Así dice el Señor todopoderoso:

«¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaria! Os acostáis en lechos de marfil; arrellanados en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José.

Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos.»

SALMO 145

R. Alaba, alma mía al Señor.

Él mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos, él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

2ª LECTURA: Timoteo 6, 11-16

Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos.

En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver.

A él honor e imperio eterno. Amén.

EVANGELIO: Lucas 16, 19-31

19 En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

- «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.

20-21 Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.

Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.

22-24 Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham.

Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno, y gritó:

- "Padre Abraham, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.

25-27 Pero Abraham le contestó:

- "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.

Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros."

28-31 El rico insistió:

- "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abraham le dice:

- "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen."

El rico contestó:

- "No, padre Abraham. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán."

Abraham le dijo:

- "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»

REFLEXIÓN:

La sociedad siempre estuvo, y está, azotada por los problemas que corroen la convivencia: Explotación, pobreza, injusticia y una religiosidad diseñada por las personas a su medida para que la conciencia no les robe el sueño.

Amós describe la realidad social de su tiempo y lo hace como un reproche al mal comportamiento que mostraban en la convivencia pues se olvidaban de lo más importante, unos pocos vivían arriba y la mayoría abajo pues los poderosos no se comportaban como Dios deseaba.

Años después la situación continuaba igual y Jesús les  propuso una parábola para mostrarles el recurrente tema de la vida, personas que derrochan sin preocuparse de quienes no pueden comer, lo hizo para que reflexionaran sobre él pero… ¿Hemos solucionado el problema?

Es evidente que continúan las mismas desigualdades aunque las realidades sean distintas. Entonces, los enfermos y tullidos eran rechazados por el sistema político-religioso porque, al considerarlos impuros, no eran contratados para trabajar, no ganaban dinero, no podía comprar comida y dormían al raso. Así, la única opción que tenían para no morirse de hambre era esperar que otros les dieran alguna limosna o acudir cada día a recoger la comida que tiraban quienes vivían en la abundancia.

Hoy, las personas que viven arriba siguen marginando y ocasionando situaciones negativas a quienes viven abajo porque ellas cada vez aumentan más sus ingresos… ¿Para qué les sirve esa acumulación desmedida e injusta?

Para nada porque al creer que serán eternos no descubren que en la vida todo llega, todo pasa y que, al acabar nuestro ciclo terrenal, un día nos marcharemos y dejaremos aquí el fruto de nuestra ambición para presentarnos ante el Padre y entonces comprobaremos que Él sólo valorará las obras que aquí hicimos con los Lázaros de nuestro entorno y no el saldo de nuestras cuentas bancarias.

Pablo les aconsejaba mostrarse correctos con las personas del entorno, pedir al Señor por ellas -incluidas las que tienen cargos de responsabilidad- para que así hubiera paz y tranquilidad en la convivencia diaria y darle gracias por todo lo que recibían de Él.

 


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