domingo, 14 de junio de 2015

LAS PARÁBOLAS

Colaboración de Paco Pérez
Toda persona que se dedica a la enseñanza sabe que debe encontrar durante su trabajo, a diario y en cada momento, el camino más adecuado para transmitir a quienes escuchan su mensaje.
Los apóstoles llamaban a Jesús MAESTRO y Él, como buen maestro, siempre les enseñaba de la manera más fácil y entendible con el “ejemplo de su vida” y las “parábolas”. Éstas fueron de una gran variedad pero estaban ajustadas a un elemento común: [Expresar la verdad mediante una imagen literaria.].

Este procedimiento fue una forma sencilla de decirnos más de lo que realmente aparecía en el contenido mientras se las contaba y, después, había que ir más allá y practicar la reflexión. Así es como tendremos que proceder para encontrar la esencia de su mensaje, es decir, una vez que la hemos escuchado o leído se nos invita a buscar más allá de lo recibido pues encierra una parte de misterio y, para desvelarlo, tendremos que hacer un esfuerzo extra, además de escuchar o leer, si queremos descubrir qué hay detrás de ese conjunto de palabras sencillas.
Esta forma de predicar la Palabra es muy habitual en los templos y gusta… ¿Por qué?
Porque el lenguaje figurado es una forma de discurso oculto en el que se nos habla de manera indirecta de Dios para que el hombre reflexione sobre su comportamiento. En definitiva, es una manera enigmática de presentarnos a Dios, al que sólo podremos encontrar en ese prometido y a su vez deseado más allá, sabiendo todos que para llegar a Él deberemos realizar sin descanso la práctica de ir a su encuentro mediante “una búsqueda arriesgada del sentido de sus palabras”.
Hoy, el mundo agrícola es tratado por Jesús para hablarnos del Reino. Ese ejemplo puede ser enfocado desde la perspectiva del hombre agricultor” moderno que visita sus campos para comprobar cómo va el cultivo de las semillas porque, lo que hizo un día y vendrá después, lo entiende dentro de un “proceso biológico” en el que la naturaleza tiene sus leyes o desde la visión de los “hombres que estudian la Biblia”. Éstos, cuando pasan por un campo, ven en el mismo caso las cosas de otra manera pues para ellos lo ocurrido es fruto de una sucesión de prodigios que realiza Dios, uno tras otro, y después extrapolan mediante una reflexión profunda en la que “la muerte de la semilla enterrada en la tierra” y “el nacimiento de la nueva planta” les lleva a retroceder hasta un hecho consumado, la “muerte y resurrección” de Jesús.
Ahora os propongo leer con detenimiento 2ª CORINTIOS: 5,6-10:
[Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor.
Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque “todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo” por lo que hayamos hecho en esta vida.].
¿Qué conclusión habéis sacado?
Para mí, está muy claro que al final nos deberemos de someter al juicio si aceptamos que las palabras de San Pablo son verdaderas. Yo las doy por ciertas y por eso se me viene este planteamiento cada vez con más frecuencia… ¿Cómo es posible que quienes están al frente de la Iglesia de Cristo estén juzgando a los hombres, antes que Dios, y nombrándolos santos después de estudiar su comportamiento terrenal? ¿No sería mejor dejar ese asunto hasta el día del juicio para que quien sí nos conoce en profundidad decida si nos merecemos algo o nada?
Cuando se santifica a alguien ya se generan peticiones, rezos o culto hacia ese santo/a… Las biografías de las personas que han dejado huella durante su vida deben ser conocidas e imitadas pero no avanzar más. Opino así porque nos preocupamos de los santos más que del único hombre perfecto y puro que hubo… ¡¡¡Jesús!!!
Ahora que cada persona saque sus conclusiones y proceda, si el texto de hoy no aclara las ideas sobre estas prácticas religiosas pues ya nos suministrará la Biblia otros.





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