lunes, 5 de octubre de 2015

LA ACEITUNA

Colaboración de José Martínez Ramírez

Con las primeras lluvias del otoño gris
toma la aceituna un tono dorado.

El campesino ha quitado con ardid
las varetas y, con el cuerpo encorvado,
aún se ve alguno a lo lejos, de perfil.
Que no ha terminado su trabajo,
las hileras quietas como tejas de albañil,
interminables, el suelo han techado.
La aceituna tiembla, como luna de candil,
con las hojas verdiblancas en su rozado.
Sus colores ocres suaves, su tono viril,
muestran el momento del vibrado.
El suelo verdea bajo los pies del trajín
y, en el horizonte, el cielo ahumado
nos dice dónde arde la leña y el serrín.
Donde el hombre, aún tiene su reinado.


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