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miércoles, 13 de enero de 2016

ME LO CONTÓ JOSELILLO CARRETERO

Colaboración de Paco Pérez

Mi muy querido y recordado José Carretero López fue el villargordeño que más historietas conocía de todos los paisanos, debido a su profesión. Ésta le hacía estar muy en contacto con nuestras gentes pues trataba a diario con muchos de ellos cuando lo visitaban en la oficina para resolver sus asuntos oficiales y, debido al espíritu tan jovial que siempre tuvo, estas cosillas salían fácilmente en el trato y sus carcajadas alegraban a todos la mañana.

Con su temprana e inesperada muerte quedamos privados de haberlas podido disfrutar, en su totalidad, ahora y aquí. Hoy os traigo una de las muchas que me contó y que algunos, tal vez, ya conozcáis. Algunas las vivió él en directo y otras las escuchó de otros pero ésta reúne el mejor de los requisitos, la vivió en directo con los otros dos protagonistas.
Lepe es famoso por sus chistes pero Villargordo (Jaén),  de sobra nuestro pueblo tiene historias cómicas reales a montones y en sus habitantes hay ingenio para crearlas si faltaran.
LAS “POLLAS DEL “CAEJO”

José Carretero López, Joselillo Carretero, y Juan José López Aranda, Juan José “EL Bendito”, trabajaban en la “Cámara Agraria” y, todos los jueves del año, viajaban a Torrequebradilla para solucionar los asuntos de los vecinos de aquel núcleo urbano.
Para desplazarse usaban los servicios del taxista Manuel Moreno Castellano, conocido popularmente, como ManoloEl Caejo”. Este hombre tenía adquirida, desde siempre, la fea costumbre de pronunciar, como muletilla, la palabra “polla o pollas” cada dos por tres. Llevaban tantos años haciendo el viaje del jueves que Joselillo y Juan José ya sabían, antes de viajar, cuántas “pollas” les soltaría el señor Manuel en el viaje de ida y cuántas en el de vuelta.
La distancia entre Villargordo y Torrequebradilla es de 8 kms y Manolo solía variar unas 5 “pollas” en cada tramo. Su velocidad “pollesca” estaba establecida en 63 palabrotas en la ida y 68 en la vuelta. Algunas veces se ponían de acuerdo los dos colegas para hacerle aumentar su número de palabros y la forma de conseguirlo era llevarle la contraria en los temas que él les planteaba.
Estos viajes guardan una anécdota que también se repetía siempre.
Al concluir su trabajo se marchaban los tres al bar de José e Isa, este matrimonio tenía el establecimiento en la plaza de la iglesia.
Joselillo y “El Bendito” también eran de piñón fijo al pedir lo que deseaban tomar, siempre repetían esta escena al entrar al bar:
- Buenas noches señores, saludaban a los churrianeros que allí había.
Cuando estaban sentados en una mesa se les acercaba José o Isa y les pregunta por lo que iban a tomar esa noche. Joselillo tomaba la palabra y pedía:
- Un plato de jamón, otro de morcilla y unas cervezas.
Joselillo siempre hacía esta petición de manera intencionada, conocía los gustos del compañero “Bendito” y sabía cómo reaccionaba éste siempre si lo hacía así.
Entonces, el camarero, hacía lo propio de esta escena:
- Señores… ¿Desean algo más?
No había acabado José de preguntarles cuando “El Bendito” se apresuraba a contestarle: 
- ¡¡¡Sííí… Muuucho pan!!!
Cuando ya iban de regreso, el ambiente dentro del vehículo era alegre y dicharachero, es decir, el punto era inmejorable para que Manolo se desbocara, ellos le echaran los condimentos y así él, con facilidad, batiera su anterior record de “pollas”.



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