Colaboración de Paco Pérez
Mi
muy querido y recordado José Carretero
López fue el villargordeño que más historietas conocía de todos los
paisanos, debido a su profesión. Ésta le hacía estar muy en contacto con
nuestras gentes pues trataba a diario con muchos de ellos cuando lo visitaban
en la oficina para resolver sus asuntos oficiales y, debido al espíritu tan
jovial que siempre tuvo, estas cosillas salían fácilmente en el trato y sus
carcajadas alegraban a todos la mañana.
Con
su temprana e inesperada muerte quedamos privados de haberlas podido disfrutar,
en su totalidad, ahora y aquí. Hoy os traigo una de las muchas que me contó y
que algunos, tal vez, ya conozcáis. Algunas las vivió él en directo y otras las
escuchó de otros pero ésta reúne el mejor de los requisitos, la vivió en
directo con los otros dos protagonistas.
Lepe es famoso
por sus chistes pero Villargordo (Jaén), de sobra nuestro pueblo tiene historias
cómicas reales a montones y en sus habitantes hay ingenio para crearlas si
faltaran.
LAS “POLLAS DEL “CAEJO”
José
Carretero López, Joselillo Carretero,
y Juan José López Aranda, Juan José “EL
Bendito”, trabajaban en la “Cámara
Agraria” y, todos los jueves del año, viajaban a Torrequebradilla para solucionar los asuntos de los vecinos de
aquel núcleo urbano.
Para
desplazarse usaban los servicios del taxista Manuel Moreno Castellano, conocido
popularmente, como Manolo “El Caejo”. Este hombre tenía adquirida,
desde siempre, la fea costumbre de pronunciar, como muletilla, la palabra “polla o pollas” cada dos por tres.
Llevaban tantos años haciendo el viaje del jueves que Joselillo y Juan José ya
sabían, antes de viajar, cuántas “pollas” les soltaría el señor Manuel en el
viaje de ida y cuántas en el de vuelta.
La
distancia entre Villargordo y Torrequebradilla es de 8 kms y Manolo solía variar unas 5 “pollas” en cada tramo. Su velocidad “pollesca” estaba establecida en 63
palabrotas en la ida y 68 en la vuelta. Algunas veces se ponían de acuerdo los
dos colegas para hacerle aumentar su número de palabros y la forma de
conseguirlo era llevarle la contraria en los temas que él les planteaba.
Estos
viajes guardan una anécdota que también se repetía siempre.
Al
concluir su trabajo se marchaban los tres al bar de José e Isa, este
matrimonio tenía el establecimiento en la plaza de la iglesia.
Joselillo
y “El Bendito” también eran de piñón fijo al pedir lo que deseaban tomar,
siempre repetían esta escena al entrar al bar:
-
Buenas noches señores, saludaban a los churrianeros que allí había.
Cuando
estaban sentados en una mesa se les acercaba José o Isa y les pregunta por lo
que iban a tomar esa noche. Joselillo tomaba la palabra y pedía:
-
Un plato de jamón, otro de morcilla y unas cervezas.
Joselillo
siempre hacía esta petición de manera intencionada, conocía los gustos del
compañero “Bendito” y sabía cómo reaccionaba éste siempre si lo hacía así.
Entonces,
el camarero, hacía lo propio de esta escena:
-
Señores… ¿Desean algo más?
No
había acabado José de preguntarles cuando “El Bendito” se apresuraba a
contestarle:
- ¡¡¡Sííí… Muuucho pan!!!
Cuando
ya iban de regreso, el ambiente dentro del vehículo era alegre y dicharachero,
es decir, el punto era inmejorable para que Manolo se desbocara, ellos le
echaran los condimentos y así él, con facilidad, batiera su anterior record de
“pollas”.
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