domingo, 27 de noviembre de 2016

ADVIENTO I

Colaboración de Paco Pérez
ESTAREMOS DESPIERTOS Y VIGILANTES
Es un tiempo en el que debemos prepararnos para la celebración del “Nacimiento de Cristo” y lo haremos durante los cuatro domingos anteriores a la Navidad. Se interpreta como un tiempo de oración y de reflexión impregnado de esperanza, arrepentimiento, perdón y alegría.
Durante él se coloca en las iglesias y en los hogares una corona elaborada con ramas de pino, se le llama “Corona de Adviento”, y va acompañada de cuatro velas, una por cada domingo. A cada una de ellas se le tiene asignada la virtud que debemos mejorar en cada semana: el amor, la paz, la tolerancia y la fe.

Bastantes años antes de Jesús, Isaías anunció al pueblo su venida y lo hizo hablándoles de un futuro mejor en el que los hombres deberían tomar parte activa en la construcción de ese tiempo para que así la paz se instalara en la sociedad, se consiguiera cambiar la actuación y, donde hubiera guerra, floreciera el entendimiento y la concordia entre los hombres.
Pasaron los años y Pablo les habló en unos términos más entendibles, les comparó las vivencias que solemos experimentar mientras dormimos con la realidad que debemos abordar al despertarnos en nuestro día a día por estar insertados en la sociedad. Durante el sueño podemos vivir irrealmente situaciones ideales o terribles que se desvanecerán al abrir los ojos con el nuevo día y entonces nos topamos de frente con las situaciones de desigualdad que afectan a las capas humanas más desfavorecidas de nuestro entorno… ¿Qué hacer ante esa realidad?
Seguir caminando sin descuidarnos y, mientras lo hacemos, lucharemos para que cambien esas situaciones de injusticia con las armas de la verdad, la justicia, el amor, la ayuda mutua… Si hacemos cosas en esa línea estaremos preparados a tiempo para cuando nos llegue el momento de rendir cuentas ante Él.
A los discípulos les preocupaba cómo y cuándo tendría lugar el momento final de su venida y Él no les respondió en términos exactos sino que lo hizo remitiéndolos a lo que sucedió con el “diluvio” en tiempos de Noé a las personas de su tiempo. Aquellos no estuvieron vigilantes, vivieron atrapados en las bondades del día a día, se despreocuparon de laborar para que la convivencia fuera justa, no supieron comprender qué debían hacer como hijos de Dios y vivieron dejándose arrastrar por las aguas de los placeres terrenales.
Con este ejemplo el hombre, una vez más, recibió de Jesús el consejo de “estar alertas” ante ese inesperado momento y como es lógico, lo sensato es no olvidarlo y cumplir a diario con lo que Dios nos pide pues, de hacerlo así, lograremos dormir tranquilos por la noche.
En nuestros días “estar vigilantes” no consiste en visitar los templos para escuchar sermones muy meditados y bonitos sino en patear nuestro entorno para conocer de cerca las necesidades de las personas, ahí es donde Jesús está pidiendo a gritos nuestra ayuda para los que sufren. Una forma sencilla de conseguir algo bueno sería no teniendo un consumismo grande y sustituirlo por unas compras sencillas, de hacerlo así podríamos ayudar a quienes nada tienen.
La celebración de la Navidad arranca en el siglo IV y, hasta esa época, los cristianos no celebraban el “Nacimiento de Jesús. Comenzó para celebrar el aniversario de tal acontecimiento y, de paso, para combatir las fiestas paganas que entonces se celebran el 25 de diciembre, en Roma, y el 6 de Enero, en Egipto. En estas fechas, desde entonces, se proclama la fe de la Iglesia en la Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios.
Esta costumbre arrancó en Francia y España y en el siglo VII, aproximadamente, se extendió a Roma y así fue como nació el “tiempo litúrgico de Adviento”.
REFLEXIONES FINALES
1.- A Jesús no lo vemos porque no lo amamos suficientemente y así lo que hacemos es apartarlo de nosotros.
2.- Nos acercamos a Él cuando nos acercamos a los demás.
3.- El Reino es de los que se comprometen y los que no, quedamos fuera.
4.- No tenemos certeza sobre la hora y lo que nos espera allá pero sí sabemos que vamos a nuestra casa.


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